Catamarca
Jueves 18 de Abril de 2024
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Hondura de la Chaya en un nuevo libro de Pancho Cabral

El nuevo libro del escritor y cantautor riojano Pancho Cabral, Hombres de albahaca. Mujeres de agua, combina una mixtura de géneros -poesía, narrativa, partituras, pintura, canciones- en un derrotero que abarca décadas de trabajo indagando personajes y ritos de La Rioja.
Con ilustraciones de la destacada pintora riojana Patricia Avallay -un estilo depurado con tonalidades del altiplano- el texto publicado por Resolana Ediciones se suma a la obra escrita de Cabral, junto a títulos como "Kakano y las divinidades diaguitas" y "De la vidala a la chaya".

Como cantautor, Cabral integró grupos musicales de gran resonancia en el panorama folclórico nacional-Los Huanca Hua, Los Andariegos, etc.-antes de seguir su camino como solista; algo de ese trabajo asoma en este nuevo libro que incluye temas compuestos junto a los músicos Raúl Mercado, Chango Farías Gómez y Ramón Navarro, entre otros.

Télam: ¿Qué hace del carnaval riojano, la Chaya, una celebración tan destacada a nivel nacional?
Pancho Cabral: A este ritual agrario que la Colonia también trató de destruir colocándole el nombre de "carnaval" y personificando la fiesta de cosechas con un muñeco sucio y borracho, satirizando y satanizando su sentido lúdico, lo vivimos intensamente por ser una fiesta ancestral. Subyace en el ser riojano ese sentido, seguramente viene en los genes, de allí su originalidad, el "bello atributo" de cantar coplas tristes en momentos de júbilo y viceversa.

T: En el prólogo, el poeta Aldo Parfeniuk se refiere al agua como protagonista de la Chaya y un recurso natural amenazado…
C: El agua venía persiguiéndome desde los primeros poemas. El riojano nace con eso del agua, porque no la tuvo, no la tiene y la anhela para sus calores y colores; por aquí las sequías eran de 7 a 8 meses y esa figura fantasmal de los animales secos en su cuero, caídos a la orilla de los caminos, es algo que un niño no olvida jamás; es su paisaje, su identidad de tierra reseca y partida.


T: En tus libros aparece vivo el pasado indígena; sus mitos, sus celebraciones, sus divinidades.
C: Ese mundo tiene mucho que ver con la transmisión oral, con lo que escuchaba de niño y que iba haciendo "fábula" en mi conocimiento, como la "Mula-Ánima", que según mi madre pasaba por el patio en noches de invierno y solo se oía el ruido del freno de esa mula. Luego vino lo profundo de estas divinidades, las lecturas y mis ganas de cantarles, que no se cumpliera la acción destructora de la colonización.

T: Tus hombres de albahaca y mujeres de agua son personajes cotidianos de La Rioja, ¿sentís que los homenajeás?
C: Este libro habla de ellos. Los que componemos tenemos la obligación de mirarles el paso cotidiano, el reír, la tristeza y la magia que poseen; no sería justo dejarlos pasar delante nuestro sin mirarlos intensamente; son seres singulares que conforman una totalidad provinciana, un habla particular, un código que tenemos y debemos percibir ampliamente.

T: Tampoco falta en tu libro la referencia política, como los textos del exilio y los dedicados a Agustín Tosco y al obispo Enrique Angelelli.
C: Tengo el mejor recuerdo de Angeleli; lo vi en circunstancias diferentes de su vida, escuché sus homilías en la plaza riojana, admiraba su palabra de lucha. Le dedique el libro "Hombre de lo Veranos en la Frente" que lo pinta al hombre-Angelelli, y también la canción "La palabra pastor".
Angelelli ha quedado en nuestra provincia como un símbolo de paz, de amor de solidaridad. Desenmascaró la explotación que sufrían los peones del campo; no les gusto y "lo hicieron matar"; lo digo así, por los cómplices riojanos de ese asesinato.

-T: Tu libro tiene algo de obra coral, de cantata, de voces entrelazadas, ¿lo ves así?
- C: Todas esas denominaciones le van, pero me quedo con "voces entrelazadas", pues hay tiempos mezclados, cronologías imposibles de ordenar que a la vez dieron comienzo al libro. Poemas como "América entonces", escrito en 1978 en París para la obra "Tupac-Tosco", fueron los disparadores.

T: Voces acopladas y también géneros cruzados.
C: La mayoría son textos recientes, aunque se agregan otros escritos en países y circunstancias que me dieron la oportunidad de aprender: París, Barcelona y México; allí fui alumno del taller de una gran narradora, la querida Iverna Codina. Yo, que venía de la poesía y de la canción, en ese taller comencé a repartir mi energía hacia otras formas y decires.

T: Mencionás a Ariel Ferraro, Raúl Galán y otros maestros...
C: Son los escritores con los cuales me crié; de adolescente pensaba: "esa es mi senda", y los imitaba en el sentido de re-representar mi paisaje. Conocí a la mayoría en casa de Ariel Ferraro: a don Jaime Dávalos, al "hombre-libro" Alberto Burnichón, los libros de Armando Tejada Gomez y de Hamlet Lima Quintana, además la experiencia del grupo riojano "Calíbar", plásticos, poetas y músicos que me marcaron.

T: Si bien manejás con soltura metros y ritmos diversos en tu poesía, no hay duda de que la copla ocupa un lugar especial.
C: Es lo primero que escucha un niño, y es difícil que ese ritmo se le vaya del habla o de su composición. En todo compositor de música popular la copla ocupa el lugar que tiene esa forma en su totalidad, y es por ella que nacemos al canto primero.

Fuente: Télam

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