Hace un par de años se conocieron en un festival literario, intercambiaron libros y se vieron algunas veces más, a la semana, ella partía rumbo a Europa por trabajo. "Me propuso que escribiéramos ficción, aprovechando la distancia, y pergeñamos la idea que fueran cartas por correo. Estaba esa sorpresa de esperar la correspondencia y ver cómo contestaba. Se creó eso de la espontaneidad de la escritura", cuenta ella.
Ni a pedido, ni por encargo sino por el mero placer de jugar, ambos enfilaron por la cornisa de la voluptuosidad sexual, el humor y el malditismo y crearon algo que va más allá de la erótica, un libro inclasificable que pendula entre dos tiempos, dos géneros -el femenino y el masculino- dos corazones y dos deseos. Sus protagonistas, Guillemette y Fernand, huyen de París con los corazones cambiados, las cartas cargadas de carnalidad van y vienen, superando cualquier barrera moral, mientras una trama oscura se cierne en cada uno.
"Son dos herejes, dos huérfanos, dos heridos, dos dañados, que escapan, se desean pero mientras tanto cometen tropelías", cuenta García Lao y él detalla: "Tropelías del orden de la subversión. Está en juego el deseo de una embarazada, que es la gloria del prostíbulo; el tipo, víctima que, al mismo tiempo, comete crímenes; hay incesto, está la figura del padre, la iglesia. Todo está violado como creo que es la pasión. Esto va llevando a los personajes a un castigo casi ´tanático´".
Presentada como "una novela de cojer", los guiños encriptados son influencias de la literatura francesa de alcoba. "El venía con Fanny Hill y yo con Apollinaire. La idea fue particularizar en los personajes y dejarnos arrastrar por esa literatura y por el disfrute de ir de la más alta poesía al barro y la vergüenza", ilustra la autora de Fuera de la jaula.
"Lo que escribimos -remarca Saccomanno- no tiene nada que ver con nosotros, es un objeto literario, es una apuesta teórica. Es como uno entiende la literatura".
Y sigue: "En la literatura local no existe prácticamente la erótica. Tomamos a la literatura libertina como modelo que fue subversiva. Pensamos en firmarlo con seudónimo, un rasgo común, porque estábamos escribiendo con una absoluta impunidad que dio libertad y arrojo, pero luego asumimos la identidad autoral".
Para ella "conjugar lo siniestro con el humor es lo atractivo, es la risa de la muerte y la desesperación, ellos están en crisis y, sin embargo, disfrutan de los placeres carnales. Las citas se pescan o no, pero la novela sigue avanzando alocadamente".
Ambos acuerdan en otro plano, esta novela fue "desclasificarse". "No pertenecer ni acá ni allá, sino al terrreno de la escritura" donde los dos comparten bibliografía y lecturas de iniciación. "Esta novela es un terreno en común para jugar en ese campo que nos define como seres", subraya ella.
Fuente: Télam