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Miercoles 24 de Abril de 2024
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Juan Carlos Kreimer: un viaje en bicileta al interior de uno mismo

En "Bici Zen", el periodista Juan Carlos Kreimer establece, a través de una investigación que se remonta a los orígenes del ciclismo, una interesante relación entre el estado de conciencia que genera andar en bicicleta y la profundidad de la meditación zen.
En "Bici Zen", el periodista Juan Carlos Kreimer establece, a través de una investigación que se remonta a los orígenes del ciclismo, una interesante relación entre el estado de conciencia que genera andar en bicicleta y la profundidad de la meditación zen.

"Si alguna vez, al subir a la bici y empezar a pedalear, tuviste la sensación de que tus actos ocurrían independientemente de tu voluntad y de que cuanto venías pensando se ponía en pausa, no necesito explicarte a qué me refiero. El zen lo llama presencia plena", señala Kreimer en la introducción del libro, recién publicado por Planeta.

"Muchas veces que salía en bicicleta solo ´por andar´, sin ningún destino prefijado, tenía ´momentos en blanco´ -como dice Roger Federer-, o Estados Alfa, como los llama Daniel Goleman en ´Inteligencia Emocional´", cuenta a Télam el periodista, escritor y editor, fundador de la revista Uno Mismo.

Y explica: "yo les decía estados de ´nada´. En algunas meditaciones, cuando descubrí el sentido que le da el zen al vacío, no pude evitar compararlo".

"Es una nada en la que está todo, un algo inasible que cambia de forma y se reacomoda permanente. Todo movimiento que hacemos sería una reacomodación de ese flujo", sostiene el autor.

Y apunta: "los que alguna vez entran en ese vacío, no necesitan ponerle palabras ni desmenuzarlo. Como escribe Haruki Murakami en ´De qué hablo cuando hablo de correr´. Pueden decir, por ejemplo, ´Mientras corro, simplemente corro´ y, obvio, hablan de ese vacío".

- Télam: Es muy interesante la idea de Da Vinci: los planos que concibieron al vehículo mucho antes de su creación. ¿Por qué creés que a pesar de haber evolucionado tanto no cambiaron esos principios básicos?
- Kreimer: Al igual que con otros inventos, Da Vinci tenía una mente que no solo le permitía idear sino llegar a un tipo de solución difícilmente mejorable. Al menos como principio básico. En casi todos sus inventos logró arribar a esa ´ley primera´ a la que no se puede ignorar.

Más que del equilibrio, partió de la armonía y la multiplicación de la fuerza motriz: las piernas como bielas. Y cuando le puso los pedales y las hizo mover en círculo, prácticamente quitándole el peso (tronco, cabeza, brazos) de encima, los músculos de las piernas respondieron como si hubieran venido incorporados de fábrica para esos movimientos.

Si pudieran colgarte de un gancho en los hombros y de la cintura, la postura en la que quedás es justo la que calza con el esquema de la bici. Por eso, lo que hizo Da Vinci es un clásico: tuvo en cuenta al cuerpo, lo alivianó al máximo y trató básicamente de aprovechar sus fuerzas.

- T: El libro se relaciona, en algún punto, a los "Diarios de bicicleta" del compositor David Byrne.
- K: David es un espíritu muy sensible y sus observaciones desde la bici, más que con las ciudades que recorre, tienen que ver con esa permeabilidad que permite la bici en relación al entorno. No siempre coincido con sus observaciones sobre algunos lugares, pero eso es lo interesante: cada uno puede percibir la ciudad -en el libro las llamo irónicamente locaciones para quebrar su sentido telón de fondo- por sí mismo.

Y el que percibe es un sí mismo mucho más abierto que el que va bajo el techo de un auto u ómnibus mirando por la ventanilla: va bombeando energía (chí) desde el vientre (hara) y esa energía airea las neuronas. Andar en bici vacía la mente de ideas y da un tratamiento diferente a todo lo que va llegando o surgiendo de ella.

- T: ¿Esta ciudad está viviendo una transformación en ese sentido?
- K: Sí, muchos están empezando, o volviendo, a andar en bici, por distintos motivos: comodidad de transporte, ahorros, etcétera. Pero una vez que empiezan a usarla, y más allá de su funcionalidad, la sensación que te deja es tan especial, tan uno, que se te hace hábito. Por suma de ciclistas, es una transformación en la escena urbana. Irreversible. Incontrolable. Contagiosa. Y fundamentalmente, de disfrute. No se sufre arriba de la bici.

- T: ¿El uso colectivo de la bici puede alcanzar un estado social que tenga que ver más con la contemplación y no tanto con la presión que producen los automóviles?
- K: No usaría el término contemplación. Uno puede contemplar sus pensamientos y cómo se vacía la mente mientras medita. Pero arriba de la bici, y entre los autos, mejor que contemples lo que ocurre a tu alrededor. Uno puede contemplar después, cuando se bajó de la bici, lo que ocurrió en su mente y desde esa mirada testigo observar la realidad de otra manera.

Aunque es un término automovilístico, me gusta decir que la bici te baja un cambio. Y ahí, a menos revoluciones por segundo, todo se ve diferente. Se aprecia la realidad de otra manera porque la que observa es más tu propia naturaleza.

Fuente: Télam

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