La celebración se inició en el atrio del templo catedralicio, donde se bendijo el Fuego nuevo marcando el Cirio Pascual con el año 2010 y con los signos alfa y omega, significando que Cristo es el Señor de la historia, principio y fin, a quien pertenecen el tiempo y la eternidad. Cumplido este rito, el Obispo ingresó a la Catedral llevando el Cirio Pascual, donde los fieles prendieron sus velas, mientras el templo permanecía a oscuras.
Posteriormente, se dio paso a la lectura de los textos del Antiguo Testamento hasta el momento en que el sonido de las campanas, la alegría del canto y el encendido de las luces del recinto sagrado marcaron el momento en que Cristo resucitó en la noche más Santa del año. Inmediatamente, se leyó la lectura del Nuevo Testamento y del Santo Evangelio, a cargo del Diácono Ronan José Aguirre.
En su homilía, Mons. Urbanč se refirió al regalo que significa la noche de la Vigilia Pascual, que se celebra en todo el mundo, ya que la “Vigilia inaugura en esta noche la primavera renovada”, porque “la muerte da paso a la vida”, “las tinieblas ceden a la luz”. Asimismo, enfatizó que “la luz de Cristo es para todos los hombres. El Evangelio de Cristo es para cada ser humano, para la vida, la paz, la libertad, el amor, la verdad, el bienestar y la justicia”.
Liturgia bautismal
Tras la predicación, se llevó a cabo la Liturgia Bautismal, en el transcurso de la cual fue bautizada una pequeña niña, quien pasó a formar parte de la Iglesia de Cristo. También se bendijo el agua en recipientes destinados a los hospitales San Juan Bautista y de Niños Eva Perón, Servicio Penitenciario y Hogar de Ancianos; y se renovaron las promesas bautismales.
Luego de la Liturgia de la Eucaristía y antes de finalizar la Santa Misa, el Obispo saludó a todos los presentes en nombre suyo, de todo el Presbiterio, de los sacerdotes que atienden el Santuario y Catedral Basílica, de los Diáconos y de quienes trabajan asistiendo cada celebración litúrgica.