Reeditado por Urano, este libro se agotó apenas salió y quizás una de las fórmulas del éxito es que Martín no impone, sino que desliza, aconseja, motiva y divierte y, aunque se suma a la campaña internacional "Lunes sin carne", no arma cruzadas antichoripán. "Todos podemos mejorar el planeta con cada bocado", sugiere.
Con la propuesta de vivir "una nueva experiencia gastronómica", Martín explica tentadoras y diversas formas de consumir cereales, legumbres, vegetales, frutas, algas y brotes junto a los testimonios de gente que modificó sus hábitos alimenticios como Axel, Julieta Díaz, Patricia Sosa, Claudio María Domínguez, Daisy May Queen, Marcela Kloosterboer y Luis Pavesio, entre otros.
Relajado y abierto, Martín, que se define como "cocinero y periodista inquieto" es autor de tres libros de cocina, columnista radial y televisivo y dice sobre su último volumen: "La idea es que no te des cuenta que no hay carne, quiero que el que la consume pueda incorporar esta alimentación, voy por ese lado".
Pero ¿de qué habla cuando habla de "alimentación consciente"?
"Significa ser consciente de los que estás consumiendo, no digo que esté mal comer galletitas pero antes informate, lee los ingredientes, puede decir en el paquete que son saludables, pero si das vuelta encontras jarabe de fructosa, productos hidrogenados, glutamato monosódico, sustancias que no hacen bien a la salud. Desde el conocimiento podes elegir qué consumir".
La proliferación de restaurantes saludables, las ferias orgánicas que se multiplican por el país, los mercados de productores, los sitios y blogs por mil en la web y las ventas on line de productos de este tipo no hacen más que confirmar un nuevo rumbo en materia de alimentación consciente y "viva" (alimentos con cocción que no supere los 45º), algo que Martín practica hace una década y que condensó en su "re-evolución de la cocina".
"Hay una moda y la celebro porque la gente toma más conciencia y, a su vez, mejora su alimentación y calidad de vida. Esto no significa que nos alimentemos bien, creo que en la Argentina nos alimentamos muy mal, sí se está tomando conciencia de a poco, pero también hay mala información", dice el autor que se inspiró para investigar -y transformar su propia vida- en la frase de Hipócrates(460-437 a.C.) "somos lo que comemos".
Pero ¿qué es tomar conciencia de lo que se come? ¿Es fácil? ¿Es más caro? ¿Hay una cultura en ciernes que llegó para quedarse? Pablito Martín, "sí, me quedó Pablito", como admite, viaja por el país dando talleres y hablando ante micrófonos sobre "comer a conciencia", una idea tan simple como compleja a la hora de ponerla en marcha en una sociedad que se resiste a algunos cambios.
Télam: ¿Es un trabajo diario conseguir una buena alimentación?
Martín: Como todo en la vida, es informarse y experimentar. Es más fácil, práctico y rico. Yo hago recetas en 20 minutos y le digo a la gente que si van al supermercado analicen tres o cuatro productos por vez y de a poco incorporen, no cambias del día a la noche, porque sería traumático. Hay que seguir con la alimentación e incorporar. Uno ya no se enferma tanto o no te enfermas.
T: ¿Es más caro comer saludablemente?
M: No, es mucho más barato, hay que saber qué comprar y quizás al principio, puede ser más caro. Por ejemplo, un aceite refinado está 15 y uno bueno de oliva, 50 pesos, pero yo no gasto en alimentos, yo invierto y no gasto en remedios, a la larga es barato.
Hoy un alfajor cuesta 10 pesos y pesa 50 gramos o sea 200 pesos el kilo. Y nadie lo dice, pero si las nueces están 200 el kilo dicen que son carísimas. Pero ¿qué nutre? Vamos por la nutrición, si cocinás pensando en el mañana, haciendo dos o tres recetas, es muchos más barato.
Los recorridos que antes hacía en los supermercados, ahora los hago con productores orgánicos y en verdulerías. Es una cuestión de oferta-demanda, yo compro lo orgánico que está en precio porque también hay un abuso de algunos. Si compras cincos pollos industrializados por mes, que son animales que engordaron rápido, llenos de antibióticos y que ni los propios productores comen, mejor comprá uno y medio orgánico que sale lo mismo y bajas el consumo.
T: Y el acceso a estos alimentos, ¿cómo lo ves?
M: No es complicado encontrarlos. Viajo por todo el país y hay. Quizás se complica lo que llamo "superalimentos" como la harina de vino, algo típico del país. Pero los supermercados no se quieren perder esto, ya sumaron semillas, algas, productos integrales. Si querés comenzar y tu ruta es el súper, hay un camino.
T: Dijiste que se comía mal en Argentina, ¿por qué?
M: Se come muchísima carne, no sólo vacuna como el pollo y productos industrializados no orgánicos. Se comen muchos lácteos y por eso la mayoría tiene alergías, mucosidades, se enferman. Cuando dejás de consumir carne, te sentís mejor. Estamos copiando la alimentación de Estados Unidos, con chicos muy obesos, gorditos o inflados y parece que nadie se da cuenta.
T: Aún así, en ciertos sectores, hay una cultura de la alimentación conciente...
M: Se está hablando mucho de semillas, espirulina, polen, los superalimentos; hay ferias. No es algo pasajero sino que va a permanecer porque no creo que la gente vuelva a comer grasas trans y saturadas. Primero te critican porque sos el raro, pero después te preguntan ¿cómo era lo de la chia para bajar el colesterol? Es una evolución interna que revoluciona a los demás.
Fuente: Télam
