Catamarca
Viernes 29 de Marzo de 2024
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La culpa diseccionada en los relatos de von Schirach

Mora Cordeu

Gente común, elegida con la precisión de un escalpelo por Ferdinand von Schirach, configuran quince historias de setecientas en las que intervino como abogado defensor penalista para su libro "Culpa", en su segunda incursión literaria, quizá para dejar al descubierto los clarososcuros de la justicia.
Su primera obra, "Crímenes", también publicada por Salamandra, ganó el prestigioso premio Kleist y se convirtió en uno de los libros más vendidos en Alemania -un millón de ejemplares- cuyos derechos de traducción se vendieron a treinta países.

Con "Culpa", el éxito ha sido similar, ya que los derechos se han vendido a veintiún países y su primera novela, "Der Fall Collini", se erigió en bestseller en 2011.

Por otro lado, uno de sus cuentos fue llevado al cine y la ZDF ha realizado una serie para televisión a partir de seis de sus relatos.

Al igual que en el libro anterior, el autor evita los juicios de valor para dejar al lector con el relato descarnado de casos que ilustran una frase del Manual del abogado defensor: "La defensa es una lucha, una lucha por los derechos de los inculpados".

"En un procedimiento penal nadie tiene que demostrar su inocencia -escribe von Schirach en "Fiestas"- Nadie tiene que hablar para defenderse, tan sólo la acusación ha de presentar pruebas", explica un joven abogado frente a su primer caso, que contra todo lo esperado termina sin nadie inculpado.

En este relato, el juez revocó el auto de prisión, ante la falta de pruebas y el abogado defensor con su amigo de la facultad supieron en ese momento -en que estrenaban su profesión- que habían "perdido la inocencia".

"Ahora éramos adultos, y al bajar del tren sabíamos que las cosas nunca volverían a ser fáciles", apunta el escritor en esta versión literaria de causas reales.

Sobre ese huidizo concepto de culpa se deslizan las historias que cuentan sólo lo imprescindible, sin consideraciones de ningún tipo, dejando ver cómo la justicia a veces condena a inocentes, o culpables que salen absueltos, o casos que no llegan a ser esclarecidos. Y si lo son puede haber pasado muchos años.

En el fondo de una urdimbre legal que se asoma en el esbozo de las historias, el tema de la culpa va y viene: "Había saldado su deuda, no volvería a estar solo, había expiado sus culpas y por fin era libre"; "El terapeuta quería que admitiera su culpa. No lo hizo"; "Por eso se vio en una situación en la que ya no era capaz de distinguir el bien del mal. La muerte del recién nacido no era culpa suya".

Nieto de un jerarca nazi condenado en Nuremberg, el abogado y ahora escritor no juzga, cuenta de manera concisa dando por sentado que cada caso en una cuestión difícil, cuya resolución no puede ser anticipada de antemano.

Así es como a través de una escritura ascética, paradójicamente, se multiplican los puntos de vista, la justicia adquiere dimensión y complejidad y en los eslabones de un proceso penal muchas veces la incertidumbre se instala en el lector, siempre proclive a catalogar sin matices lo que está bien o mal.

Si algo deja claro la escritura escueta pero certera de Von Schirach es que las cosas nunca son sencillas cuando se trata de calibrar el por qué del comportamiento de las personas. De sus motivos, razones e incluso irracionalidades.

Siempre hay un disparador que convierte al honesto ciudadano en en delincuente, homicida, abusador. O aparece una víctima propiciatoria a ocupar el lugar destinado al culpable, que se esfuma entre las sombras. Todas posibilidades exploradas por Von Schirach en este poner en foco desde la literatura la condición humana.

Fuente: Télam

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