Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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La droga como defensa contra lo real suele traer problemas

En El silencio de las drogas, el psicoanalista Luis Salamone rompe el silencio sobre los efectos de ciertas sustancias que replican una cuestión de época: al eclipse de lo simbólico pareciera sumarse el cierre del inconsciente provocado por los excesos tóxicos, complicando el metabolismo del goce a través de síntomas cada vez más difíciles de descifrar.
El libro, publicado por la editorial Grama, lleva un prólogo de su colega francés Eric Laurent quien destaca la dialéctica entre una supuesta transgresión y un silencio muchas veces mortífero.

Salamone también es docente y psicólogo social; analista miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿A qué te referís con el silencio de las drogas?
S : Me pareció que ese significante resultaba muy preciso para caracterizar una consecuencia que puede resultar de la experiencia con algunas drogas. El eclipse de lo simbólico se pone en juego en algunos casos en los que se recurren a sustancias y, rechazando el inconsciente, se cae en una zona de silencio, haciendo que se torne problemático su abordaje por la vía de la palabra. Pero los psicoanalistas de orientación lacaniana estamos lejos de retroceder ante esta dificultad. Estamos acostumbrados a tratar con el goce que es consecuencia del accionar de la pulsión de muerte en el sujeto, estamos incluso formados para operar en el silencio que se le impone al sujeto y hacemos del silencio en las sesiones un eco que permite, paradójicamente, hacer que al sujeto le retorne algo diferente en la repetición, repetición que también está asociada a la pulsión de muerte, para interpelarla. Hay varias dimensiones del silencio. Está el silencio de la represión, de lo no dicho que suele transformarse en síntoma. Este es un silencio que llama a la interpretación. Y está el silencio de lo imposible de decir. Eric Laurent, que ha tenido la generosidad de prologar el libro, subraya esa dialéctica entre lo que es posible decir tanto sobre, como con la droga, y lo que permanece imposible. El silencio puede ser el marco y el fondo en estos casos, y se trata de internarse en esa zona de silencio, un silencio que puede resultar mortífero, para ver si podemos lograr que palpite nuevamente el corazón apagado, aplastado por las sustancias tóxicas, del deseo del sujeto. Las relaciones entre el deseo, la vida y la muerte fueron tempranamente exploradas por Lacan. Y el silencio puede ser una autopista que permita trabajar y poner a funcionar de forma diferente las articulaciones entre la vida y la muerte, haciendo que el deseo circule, logrando primero que el sujeto pueda romperlo y tomar la palabra. Como el título me parecía muy fuerte, un poco áspero, lo cual estaba bien para un libro sobre el tema, le pedí al artista cordobés Jorge Cuello que inundara la tapa con los colores de su magnífica ironía. Pintó una Gioconda tomando alcohol, fumando y con unas líneas de cocaína a mano, que tituló Ahora sabemos de que te reías; y para la contratapa, una niña con una mariposa, que tituló Las drogas no hacen mal, me lo dijo la mariposa gigante. Sabía que Jorge iba a ser capaz de romper con el silencio desde la tapa misma del libro, sin moralinas, con el genial humor que lo caracteriza.




Fuente: Télam

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