Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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La experiencia de la alta competencia y los deportes extremos en palabras

A la hora de escribir "Desafiar el cuerpo", el periodista Federico Bianchini utiliza la fuerza de las palabras para conectarnos con la aventura a través de un manojo de historias que acercan al lector a la experiencia y sensaciones de deportistas de alta competencia y deportes extremos.
"Yo no puedo nadar durante ocho horas y media, no puedo correr noventa kilómetros en una montaña, ni subir al Everest: tengo que conformarme con hacer preguntas y, luego, escribir intentando acercarme a las sensaciones de cada uno de esos personajes. Haroldo Conti decí­a que la literatura es una sustitución de la aventura", dice el escritor en una entrevista con Télam.

"Creo que en 'Desafiar el cuerpo' (Aguilar) la crónica cumple un poco ese papel. Es por eso que muchas de las historias están relatadas en primera persona. Después de varias entrevistas exhaustivas intenté armar, con la voz de los personajes, un relato que con tensión narrativa describiera esas horas de adrenalina".

Federico Bianchini (Buenos Aires, 1982) es editor de la revista Anfibia y colabora en diarios y revistas de Latinoamérica y Europa. En 2010, ganó el premio Nuevas Plumas organizado por la Universidad de Guadalajara. En 2012, fue elegido por la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano para participar en el encuentro "Nuevos Cronistas de Indias", en México DF, y en 2013 obtuvo el premio Don Quijote Rey de España.

- La consigna "Desafiar al cuerpo" te remite de inmediato a la idea de correr los lí­mites, de algo intangible que va más allá del entrenamiento ¿Tuviste esa percepción con los entrevistados?
- Sí­, más allá de que las historias son diferentes, todos tienen algo en común: lograron una gran fortaleza mental para hacer lo que hacen, disciplina y perseverancia. Una capacidad de sobreponerse al dolor (fí­sico y aní­mico), de no detenerse frente a las dificultades que se les plantean, ya sea en una carrera de varios kilómetros o en la vida. Por otro lado, de una u otra manera estuvieron o están cerca de la muerte. Algunos porque eligen arriesgarse y correr kilómetros al borde de un precipicio, otros porque el azar determinó que terminaran aislados en medio de la montaña o porque decidieron dedicar su vida a ayudar a gente que sufrió accidentes peligrosos. Al entrevistarlos encontré que tení­an una gran conciencia de lo que hicieron y de cómo y por qué lo habían hecho.

- Alarcón habla en el prólogo "de los que vencen su conciencia de la muerte", una frase que suena enigmática y acertada...
-Creo que muchas de las cosas que hacemos es para oponernos a la inexorable idea de que vamos a morir. Hace unos días estaba en una reunión con amigos y conocidos y uno de ellos dijo una frase que me impactó mucho: "Cada uno hace lo que puede. Yo tuve a mi hija para pelearle a la muerte". Creo que, de alguna manera, los personajes siguen esa línea. Algunos de forma más explícita como Alfredo Aguirre, que tiene 64 años y una hija de 5, y dice que corre tetratlones porque quiere estar vivo cuando Milagros cumpla 20. Otros sin tenerlo tan claro. Sin embargo, algo que se repetí­a en las charlas era la frase: "Yo corro, entreno, para sentirme vivo".

- Estas historias reúnen palabras que se contraponen como aventura y rutina. ¿Te mostraron distintas maneras de conciliarlas?
- Sí­. En muchos casos los personajes cuentan con una situación económica que les permite dedicarse durante horas al entrenamiento, pero en otros al esfuerzo fí­sico y mental de entrenar se le suma el de encontrar un espacio para hacerlo, perseverancia para levantarse más temprano o encarándolo después de horas de trabajo. Por otra parte, muchas veces, el deporte funciona como un escape. Correr o nadar, al tiempo que mantiene el cuerpo en movimiento, deja fluir el pensamiento y permite que recordemos cosas, pensemos de otra manera o simplemente disfrutemos de no estar preocupados por nada.

- Pensás que hay una adicción a las sensaciones extremas....
- Algunos de los entrevistados se confiesan adictos al deporte: el placer que las endorfinas generan en el cuerpo se les vuelve necesario. Hay casos de deportistas de alto rendimiento que, cuando el cuerpo no les da más, terminan drogándose para poder recuperar esas sensaciones. Creo que (sin llegar a tanto), en general nuestras vidas suelen ser bastante rutinarias y este tipo de desafí­os ayudan a escapar de la aburrida sucesión de los dí­as.

- Entre los entrevistados hay un rescatista, alguien que está allí­ para evitar el desastre, o en el mejor de los casos para atenuarlo ¿Que te hizo incluirlo dentro del libro?
- Los personajes hablan de los posibles riesgos que asumen al decidir enfrentar sus desafí­os y se habla del "deporte extremo" como un concepto abstracto. Se me ocurrió que de alguna manera, incluir la historia de un rescatista, sus sentimientos a la hora de ir en busca de cadáveres, era una manera de mostrar el otro lado de este tipo de deportes: los momentos en los que las cosas no salen bien, la crudeza de la montaña.

- El tema de los códigos, la renuncia personal para salvar la vida de alguien, el negocio encubierto detrás de los deportes extremos ¿Son menciones que no podí­an estar ausentes en el libro?
- Creo que, como en todos los ámbitos, en el de los deportes extremos, además de solidaridad, códigos y buena gente, hay también muchos negocios, egos, competencia: si bien no eran los ejes de mis crónicas, tení­an que estar presentes.

- Pareciera que el cuerpo es percibido de una manera distinta por estos deportistas ¿Cuál fue tu impresión?
- Mientras hací­a las entrevistas o veí­a a los deportistas nadar durante horas, correr sin detenerse, fui sintiendo que para ellos el cuerpo era un instrumento para alcanzar sus objetivos. Necesario, pero no suficiente. Una herramienta más dentro de una estructura compleja que incluye una alimentación estricta, una disciplina férrea, una perseverancia absoluta. El cuerpo como el envase del deseo.

- 'Yo dejé el sentido común: el mar en el que nada la mayoría', dice la nadadora Marí­a Inés Mato ¿Con todos los entrevistados sentiste esa cuota de excepcionalidad?
- En algún punto, todos se enfrentan con comentarios de familiares o amigos que les preguntan: ¿Estás seguro? ¿No es peligroso? ¿Es necesario? Ellos saben que eso es lo que les gusta hacer, conocen los riesgos y, aun así­, deciden hacerlo. El empresario Daniel Feraud tiene nueve stents, varios infartos, once operaciones de corazón y después de correr un tetratlón (esquió 15 kilómetros, corrió 22, hizo 10 en kayak y 40 en mountan bike) me dio una entrevista, tranquilo como si hubiera estado trabajando en su oficina. Su médico clí­nico le pidió mostrar su historia en un congreso y Daniel aceptó, sin embargo siempre que puede aclara que su caso no es la excepción a la regla sino la confirmación de que los enfermos cardí­acos pueden hacer mucho más deporte de lo que el prejuicio supone. En general, descubrí­ que todos los entrevistados se caracterizaban por creer fervientemente en sí­ mismos.


Fuente: Télam

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