Ese cambio de perspectiva y su primera visita a Cuba en 1962, más su posterior adhesión a la revolución sandinista, no sólo marcó su vida sino también su obra, en la que polí­tica y literatura se enhebraron con naturalidad en aquellos momentos, en los que el descubrimiento de la presencia de los otros, del prójimo -como él mismo definió-, le imprimieron a su escritura un nuevo sesgo.
Fuente: Télam