Catamarca
Jueves 18 de Abril de 2024
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La filosofí a de la especulación y el anticonocimiento

Hacia el realismo especulativo da título a la primera traducción al español de ensayos y conferencias del filósofo estadounidense Graham Harman, representante anglosajón de la corriente filosófica que recupera a la especulación como vía de acceso al ser de las cosas.
Esta aventura ontológica propuesta por Harman, editada por Caja Negra al cuidado de Florencio Noceti, y traducida por Claudio Iglesias, supera las arenas filosóficas y para pisar el terreno de las ciencias sociales y la estética.
Nacido en Iowa en 1968, este filósofo especializado en metafísica y ex comentarista deportivo, devino responsable de uno de los primeros recursos bibliográficos consagrados a ese movimiento ya secular que es el realismo especulativo.

Las bases de Harman se remontan al modelo que bautizó "Filosofí­a orientada a objetos", acuñado en los 90 de la informática pero sin ser inspirado en ésta, el cual postula como antirreduccionismo que las alucinaciones y ficciones cuentan como objetos y que las máquinas o sociedades son objetos compuestos del calibre de los pilares de granito o los diminutos quarks.

También implica un antiempirismo, que el ser de los objetos supera las propiedades de los mismos y el hombre es un objeto más, elaborado a partir de singulares lecturas de Heidegger, Whitehead, Ortega y Gasset, McLuhan, Bruno Latour y Clement Greenberg.

Télam: ¿Cuál es el actual valor de la especulación?
Harman: La razón por la que añadimos la palabra 'especulativo' al concepto de realismo es porque el 'realismo mainstream' es usualmente una filosofí­a aburrida, que quiere que los individuos se limiten a lo que ven como simples hechos. Realismo especulativo significa que si tomamos al realismo seriamente terminaremos trazando un modelo del mundo bastante extraño.

La filosofí­a no es un tipo de conocimiento, es una ciencia que se entiende, empezando por Sócrates, como amor a la sabidurí­a - eso es lo que significa exactamente la palabra griega- y su valor está en la acción de flanquear las opiniones habituales sobre cualquier tema, desde los dos puntos de vista opuestos que generalmente dominan cualquier tema controvertido, para ofrecer nuevas alternativas.

T: ¿Qué significan hechos y realidad para usted?
H: Para mí­, lo que hace a un objeto real, es algo irreductible inherente a sus piezas o sus efectos. Al preguntarnos qué es esta cosa hay dos respuestas básicas posibles: Alguien nos puede decir de qué está hecho y alguien puede decirnos lo que hace. Pero como ya he dicho, la filosofí­­a no es un tipo de conocimiento sino una especie de anticonocimiento tal como Sócrates demostró con sus proclamas frecuentes de la ignorancia, en las que no estaba siendo irónico.

T: ¿Cuál es el ví­nculo de esta especulación filosó­fica y el arte?
H: La filosofí­a especulativa es especialmente útil para artistas y arquitectos, en el caso del arte, especí­ficamente porque ninguna de estas disciplinas es capaz de reemplazar a una cosa por una fórmula matemática o una descripción textual.

Por ejemplo, si un cientí­fico descubre los electrones, como a finales del siglo XIX, considerará que hizo un buen trabajo si con el tiempo surge la palabra "electrónica" para reemplazar una serie de hechos relacionados a los electrones.

Esto ciertamente no es verdad en el arte. No llegamos a ser más conocedores del "David" de Miguel Angel con el tiempo, excepto en el sentido académico de que podrí­amos encontrar algunos escritos del artista que arrojan nueva luz sobre cómo creó la escultura.

Pero la misma escultura está delante de nosotros en este momento que la que estaba frente a ojos de otros cuando vivía el propio Miguel Angel.

Sólo podemos tener un conocimiento más profundo de la escultura a través del tiempo, no progresamos en su comprensión en el mismo que lapso que progresamos en el tratamiento de una cura para el cáncer, en los saberes técnicos para la extracción del petróleo o en la medición de las propiedades de sodio.

T:¿Cuál es su contacto con Heidegger?
H: Creo ser el único realista especulativo al que le gusta mucho Heidegger y su famosa herramienta de análisis, que dice que estoy tomando las cosas por sentado o utilizándolas inconscientemente antes de notarlas en forma explí­cita. La interpretación más popular es decir que la práctica está antes que la teorí­a.
Pero ése no es el punto porque, en última instancia, no hay tanta diferencia entre la práctica y la teorí­a humana. Ambos simplifican demasiado los objetos con los que entran en contacto cuando éstos, en sí­ mismos, son más profundos.

"Cuando las piedras golpean contra la madera, cuando los rayos cósmicos desintegran los protones, se nos dice que debemos dejar el asunto en manos de los físicos", escribe en un pasaje del libro.

Harman acusa a la filosofía de renunciar a "las pretensiones de una relación directa con el mundo en sí, erigiéndose como el amo ese solo intervalo que media entre el sujeto y el objeto, desde el que legisla en una secuencia interminable de paradojas y disputas partisanas".

Este libro responde al texto Después de la finitud, del francés Quentin Meillassoux, también editado por Caja Negra.

"Detrás de estas discusiones sin fin la realidad se sigue moviendo" y "mientras los filósofos se aporrean entre sí sobre la posibilidad del 'acceso al mundo' los tiburones persiguen al atún y los glaciares golpean contra la costa. ¿Cuánto tiempo más la filosofía va a seguir satisfecha sin dirigirle la palabra?" cuestiona Harman en su búsqueda de una alquimia capaz de describir las transformaciones de una entidad a otra.

Fuente: Télam

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