Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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La historia argentina con formato de almanaque

A partir de una estructura que vincula la historia argentina con el calendario, el historiador Diego Arguindeguy propone en su obra "365 días para conocer la historia argentina" una lectura crítica sobre los componentes de la identidad nacional.
Planteada a la manera de los antiguos almanaques que para cada jornada ofrecían un relato breve, un dato de interés o un comentario, la obra funciona como un catálogo de textos breves organizados por los días de la semana en "Lugares" (lunes), "Tiempos" (martes), "Personas" (miércoles), "Hechos" (jueves), "Usos y costumbres" (viernes), "Ideas y debates" (sábado), y "Ocios y rituales" (domingo).

Lo que intenta el libro es generar un desplazamiento de la mirada, es decir, no dar por aceptados los lugares comunes que siempre se generan en torno a la historia. Lo que busca es desmontar la noción casi zoológica de todos los pueblos originarios de América, que muchas veces aparecen descriptos no desde el punto de vista de lo que construyeron sino de cómo los vieron los conquistadores", explica Arguindeguy a Télam.

"La idea fue jugar con la estructura de los viejos almanaques que solían tener textos breves de divulgación para ofrecer una mirada distinta de la historia argentina que se inscribe en una nueva corriente que apunta a interpretar la historia no como una instancia reducida al pasado lejano sino con una fuerte interrelación con el presente", señala.

"Toda historia está hecha de continuidades y de cambios. Muchas veces incluso ocurre que aspectos de un pasado que se creía superado revalidan su vigencia en determinadas manifestaciones públicas o través de los medios, como la discriminación hacia sectores sociales o la polarización exacerbada en la forma de plantear ciertas ideas", agrega Arguindeguy.

- Télam: ¿La incorporación de elementos no canónicos como una frase extraída de una canción de Bersuit Vergarabat, es una manera de fijar posición sobre los aportes el aporte de expresiones de la cultura popular a la hora de analizar un proceso histórico?
- A: Ya cuando en 1967 Félix Luna bautizó a su famaosa publicación "Todo es historia" estaba marcando una pauta que fijó un camino para los historiadores: esa noción de todo forma parte de la historia y se interrelaciona, desde un documento hasta una canción o una expresión de la cultura popular como Mafalda. Estos elementos se constituyen en formadores de una opinión y definen un clima de época.

Si descuidamos o ignoramos ese tipo de aportes, generamos un condicionamiento o distorsión del material histórico real que es el que aporta una sociedad al vivir y proyectar colectivamente. La cultura popular permite ver cómo una sociedad ve la realidad y se para ante ella.

- T: ¿En qué medida una sociedad fija su destino cuando elige determinados próceres y descarta otros?
- A: Eso es relativo porque la construcción de personajes representativos, lo que sería el procerato, va cambiando a lo largo del tiempo y siempre hay revisitas. Toda la historia bien construida ha sido revisionista, a pesar de todos los intentos sistemáticos de construir panteones oficiales con figuras que encarnaran los programas que se pretendían para la Argentina, como ocurrió por ejemplo a fines del siglo XIX.

Figuras controvertidas como la de Juan Manuel de Rosas o riquísimas como la de Dorrego, o incluso Bartolomé Mitre o Domingo Sarmiento, deberían ser revisadas periódicamente. En todos los casos, hay que retomarlos como personajes que actuaron en función de su tiempo, con sus aciertos y sus errores, pero siempre lejos del mármol.

- T: ¿Cómo se dirime hoy esa tensión que se generó hace algunos años entre la historiografía tradicional que pregonaba la figura del prócer infatuado y la corriente de autores que pusieron el foco en los puntos más vulnerables de aquellos que habían sido tomados como próceres?
- La tensión hoy ya no está tan puesta en ese aspecto sino en la reubicación de lo que son sujetos sociales e individuales, en desentrañar en qué medida los grandes protagonistas de la historia no son más que expresiones vigentes de grandes procesos colectivos.

Obviamente, este protagonismo de figuras como la de José de San Martín para aludir a determinado proceso tiene que ver con que es más fácil hablar de una persona que de los varios colectivos del que él fue expresión, ya sea los militares españoles liberales en la guerra peninsular o los que formaron las logias para volver a América, es decir, hay toda una serie de fenómenos que se han concentrado en una sola figura pero que desde hace un tiempo están empezando a ser encuadrados de otra forma.

- T: La comunicación del presente transcurre mayoritariamente en el campo virtual ¿En qué medida esta modalidad afectará la labor de los historiadores, que a futuro deberán rastrear y legitimar fuentes que en su mayoría prescinden de los soportes materiales?
- A: Esa cuestión ya se está empezando a plantear. Por un lado se habla de la preservación del patrimonio en general, tanto material como inmaterial. Ya están surgiendo de hecho algunos portales de internet dedicados a registrar y actualizar mucho de lo que circula en la red.

Fuente: Télam

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