Fue la introducción para el tema de hoy: la Iglesia como familia de Dios. “Este es el designio de Dios para la Humanidad, dijo el Papa, hacer de todos nosotros una sola familia. La Iglesia no es una organización creada por el acuerdo de un grupo de personas. Es obra de Dios, nace del deseo de Dios de llamar a todos los hombres a vivir en comunidad con Él. La propia palabra iglesia, del griego ecclesia, quiere decir convocatoria, Dios nos convoca, nos llama a dejar el individualismo y ser partícipes de su familia. Dios busca al hombre, lo acoge”.
Algunos dicen ‘Cristo sí, la Iglesia no. Creo en Dios pero no en los curas’, admitió Francisco. “Pero la Iglesia es la gran familia de Dios”. “Es cierto que los sacerdotes tienen defectos, pecados, incluso el Papa los tiene”, agregó, despertando una ovación.
“Pero el pecado es una ofensa a Dios pero también una oportunidad para darnos cuenta de que hay algo tan bello como la misericordia de Dios”, dijo.
Finalmente exhortó a todos a preguntarse: “¿Qué hago para que la Iglesia sea una comunidad en la cual todos sientan la misericordia,(que) sea cada vez más una familia que vive y lleva el amor de Dios?”.
Este mensaje suena como una continuación de su homilía en Santa Marta el pasado 25 de mayo cuando pidió que “quienes se acerquen a la Iglesia encuentren las puertas abiertas y no a controladores de la fe”.
En esa ocasión, Francisco recordó el enojo de Jesús cuando los discípulos intentaron una vez impedir que la gente se le acercase, argumentando que estaba cansado. “La fe del pueblo de Dios es una fe simple, y una fe quizá sin tanta teología, pero con una teología adentro que no se equivoca porque detrás está el Espíritu”, dijo.
“Si quieres saber quién es María, ve al teólogo y te lo explicará bien. Pero si quieres saber cómo se ama a María, ve al pueblo de Dios que te lo enseñará mejor”, advirtió.
Para que se entendiese su concepto de Iglesia de puertas abiertas, ejemplificó: “Piensen en una pareja que va a la parroquia y dice ‘hola, queremos casarnos’. Y en vez de decirles, ‘¡qué lindo!’, les dicen ‘ah, bueno, acomódense, si quieren la misa, cuesta tanto…’. (…) Es una tentación de siempre ésta de apropiarnos un poco del Señor. (…) Piensen en una joven madre, que va a la Iglesia: ‘quiero bautizar a mi niño’. Y el cristiano o cristiana le dice: ‘No, no puedes porque no estás casada’. Pero ojo, que esta joven que tuvo el coraje de llevar adelante su embarazo y no devolvió su hijo al remitente, ¿qué encuentra? ¡Una puerta cerrada! ¡Esto aleja del Señor!”
Y advirtió: “Jesús se indigna cuando ve estas cosas”, porque quien sufre “es su pueblo fiel, la gente que Él tanto ama”.
“Pensemos hoy en Jesús, que siempre quiere que todos nos acerquemos a Él; pensemos en el Santo Pueblo de Dios, un pueblo simple, que quiere acercarse a Jesús; y pensemos en tantos cristianos de buena voluntad que se equivocan y en vez de abrir una puerta la cierran… y pidamos al Señor que todos aquellos que se acerquen a la Iglesia encuentren las puertas abiertas, abiertas para encontrar este amor de Jesús”.
Fuente: infobae.com