"El riseñor" fue escrito (y publicado) durante el exilio de Lamborghini en el Distrito Federal mexicano en 1975, y -se sabe- algunas veces el poeta confesó que era su reescritura de la marcha peronista.
En conversación con Télam, Bertola no duda al respecto. "Esta es esa reescritura, y este es el momento histórico para reeditar ese texto. No olvidemos que está escrito antes del golpe (del 24 de marzo de 1976) cuando el peronismo estaba en ebullición".
Lamborghini nació en Buenos Aires en 1927, opuesto a la poesía neorromántica y peronista desde siempre, acaso por esas razones nunca obtuvo el reconocimiento que merecía; un humor corrosivo y carente de solemnidad no ayudaba a ese empujón.
Fue Osvaldo, su hermano, quien consiguió una visibilidad muy superior a la suya.
Publicó, entre otros libros, "El solicitante descolocado", "La estatua de la libertad", "Saboteador arrepentido", "La canción de Buenos Aires", "Partitas", "Episodios" y "Verme y las reescrituras de Discépolo".
Además, "Odiseo confinado" (reeditado ahora por la casa Adriana Hidalgo), "Trento", "Tragedias y parodias", "El jardín de los poetas", "Carroña última forma", "Mirad hacia Domsaar", "La risa canalla" y dos novelas, "Un amor como pocos" y "La experiencia de la vida".
Bertola recuerda que en una entrevista de los 80 le preguntaron al poeta si "El riseñor" era su crítica al peronismo en cuanto corría el riesgo de eternizarse en un modelo. "El creía que sí", dice el editor.
"Ahí reescribí -había dicho Lamborghini- la marcha y el himno nacional argentino porque sentí que se trataba de un modelo que se venía abajo desde adentro, se destruía, se disgregaba, se atomizaba".
"Pienso -agregaba- que no hay mayor escándalo que convertir al modelo en una momia célebre, pero momia al fin y al cabo".
En este libro están los cortes, los ritornellos, las repeticiones, la sorpresa, el arrebato patriota, nunca nacionalista porque "la fractura no se elige, se lleva adentro".
Lamborghini, un laburante en todos los órdenes, que abominaba de la inspiración tanto como adoraba al Dante, es uno de los poetas argentinos más dados a la risa, la ironía y el sarcasmo, mucho más que a la tristeza y al destierro, que son otras formas, volubles también, de la desesperación.
Fuente: Télam