Kaufman es coeditor de la revista Confines, articulista y polemista que maneja materiales diversos (literatura, psicoanálisis, estudios culturales, sociología, etcétera) que le permiten ampliar la mirada sobre los sucesos postraumáticos provocados por la última dictadura cívico-militar, eludiendo cualquier reduccionismo.
Profesor en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y en la de Quilmes (UNQ); en ambas fue director de la carrera de Comunicación; profesor visitante en la Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales de París y en las universidades de Bielefeld (Alemania) y San Diego (Estados Unidos), también es investigador del Instituto Gino Germani.
Esta es la conversación que sostuvo con Télam:
T: ¿Podrías explicar la oposición que parece existir o existe entre elaboración anamnética (sobre la diferencia entre memoria e historia) y anamnesis (acto de volver a la memoria ideas o datos) y qué relación guardan con el presente argentino?
K: "No los definiría tanto como opuestos sino como momentos diferenciables del proceso de la memoria en tanto posterioridad, resignificación, otorgamiento de sentido a acontecimientos del pasado que no fueron significados como tales en forma cronológica sino que se reconsideran a la luz de la rememoración. Cada vez que las Abuelas recuperan una memoria, denominada como identidad, se reproduce en forma individual, personal, pero también pública, ese proceso que afecta al conjunto de la sociedad. A la vez estamos esperando colectivamente el encuentro con los centenares de personas que han sido apropiadas cuando nacieron de madres desaparecidas, algo que nunca terminaremos de asimilar".
T: En algunos de tus textos aparece la figura del sobreviviente. ¿Podrías desarrollarla? El sobreviviente, ¿es sólo un sobreviviente de catástrofes políticas?
K: "El sobreviviente es la forma de denominar una condición que en su sentido más amplio es epocal, y se relaciona con la disponibilidad que la vida tiene para instancias ajenas a los sujetos, individuales y colectivos. En tanto hay heteronomía, o sea ajenidad respecto de lo propio, la lucha política por la democracia es en última instancia lucha por la autonomía, por la propiedad de la vida misma. El sobreviviente, cuyo paradigma es el que atravesó la catástrofe sobre todo política o étnica, es un punto de partida, un estado de las cosas a considerar para emprender un camino emancipatorio que nos aleje de esa figura todo lo posible".
T: Si 2001 fue un punto de inflexión, ¿inflexión respecto de qué, y cómo afianzar el nuevo paradigma de cara al futuro?
K: "La inflexión del 2001 desde mi punto de vista fue respecto de la caída de una historia nacional, la situación en que las clases dominantes cancelaron el destino de millones de personas con una irresponsabilidad y una ligereza que dieron lugar al estado de cosas catastrófico del que salimos en estos años, y al cual esas mismas figuras de la irresponsabilidad declaran todos los días que no tendrían escrúpulos en retornar, y que incluso lo desearían".
T: ¿Cómo entender la afirmación de que saber que la violencia tiene causas sociales "no contribuye al apaciguamiento del pánico", en tanto "la represión constituye un elemento fundante de lo que se denomina democracia"?
K: El dilema de la democracia popular es que en tanto no encuentre las condiciones para una emancipación mucho más avanzada, en tanto sea frustrada periódicamente por incidencias destructivas, contribuirá en el largo plazo a la instauración de capas medias insolidarias con los excluidos o desaventajados, contra los cuales se orientan las fuerzas del odio. Son fenómenos a los que asistimos aun en nuestros mejores momentos, y que deberían tener prioridad como problema a atender respecto del mediano o largo plazo.
Fuente: Télam