Catamarca
Martes 23 de Abril de 2024
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La muerte de Hitler reconstruida desde las voces de Núremberg

Las 36 horas anteriores a la muerte de Adolf Hitler son recreadas con minuciosidad por el periodista y escritor David Solar, quien utiliza ese día, el 30 de abril de 1945, como un disparador para analizar su biografía y el contexto que hizo posible la irrupción de este nefasto personaje y el desarrollo de la ideología nazi.
"La estructura del edificio vibraba intermitentemente y del exterior llegaban los ecos apagados de las explosiones, pero aquel inquietante ambiente no parecía agobiar a los reunidos en el pasillo del segundo sótano del búnker de la Cancillería del Reich", describe el autor de La caída de los dioses y La agonía de la Alemania nazi, al comienzo del libro (editorial El Ateneo).

El búnker había sido construido un año antes por Albert Speer, debajo del jardín del edificio de la Cancillería. Tenía dos plantas de unos 20 por 11 metros: en la superior vivían el servicio, los ayudantes militares y las secretarias. Y en la inferior se hallaba el piso de Hitler y la central telefónica, crucial para comunicarse en minutos con todos los frentes.

Hitler tenía terror a quedar enterrado en aquel subterráneo -cuyo plano se incluye en el libro- y recién a finales de febrero comenzó a pasar las noches en el gran refugio, donde fue visitado por militares y políticos hasta el día de su cumpleaños, el 20 de abril, cuando participó de una ceremonia de condecoraciones en el jardín de la Cancillería, en tanto se cerraba el cerco en Berlín.

"En la madrugada del 29 de abril, Hitler debía enfrentarse a la realidad y ésta carecía de la grandiosidad culminante de las óperas wagnerianas que él adoraba", apunta Solar y refiere en el primer capítulo la boda entre el Fuhrer y Eva esa noche.

Hitler, vestido con pantalón negro y chaqueta azul marino cruzada y una condecoración como combatiente en la Primera Guerra Mundial, estaba con Martin Bormann y Josef Goebbels, mientras que Eva Braun tenía puesto un traje de tarde, de seda negra, con escote de pico y lucía una medalla de oro.

Estaba acompañada por las dos secretarias del Fuhrer (Frau Traudl Junge y Frau Gerda Christian) de su cocinera vegetariana (Fräulein Manzialy) y de Magda Goebbels; más atrás los generales Krebs y Burgdorf, jefe del Estado Mayor de la Wehrmacht y ayudante de Hitler, respectivamente.

Cuando "la impaciencia comenzó a ser visible" llegó un funcionario del registro civil de Berlín y la boda tuvo lugar "en aquel búnker que se estremecía bajo las granadas soviéticas y de cuyo techo se desprendían continuamente trocitos de yeso", cuenta Solar para saltar en el tiempo hasta el nacimiento del dictador y ahondar en los antecedentes familiares.

Este procedimiento que se repite a lo largo del libro -ilustrado con fotografías- pone en perspectiva el encastre entre la vida del dictador alemán y los hechos que rodearon su irrupción en la política: cómo se sentaron las bases del III Reich en los años 20 y cómo los nazis conquistaron el poder en la siguiente década.

Pero el relato detallado de las últimas horas logra darle a la narración una gran verosimilitud, con los datos aportados por aquellos que fueron juzgados en Nuremberg, utilizados por el autor con algunas licencias literarias, entre ellas algunos diálogos.

Además de su decisión de casarse con Eva Braun, Hitler redactó en esas horas finales su testamento en el que puso énfasis en la defensa de su obra, en la justificación de su antisemitismo y en el nombramiento de un gobierno que siguiera hostigando al enemigo.

El día 30, también a la madrugada, hubo una despedida formal de todo el personal del búnker, el Fuhrer hizo callar a una enfermera que predecía una próxima victoria y dijo con voz ronca: "Hay que aceptar el destino como un hombre".

Al mediodía tuvo lugar una conferencia militar en la que el general Mohnke le comunicó que la infantería soviética presionaba desde el norte y el sur, tratando de cortar en dos el centro de Berlín, lo único que aún se defendía.

Luego Hitler les comunicó a Goebbels y Bormann que se suicidaría aquella tarde. Llamó al coronel Günsche y le ordenó que una hora más tarde, a las tres en punto, se hallase ante la puerta de su despacho. Él y su esposa se quitarían la vida y Gunsche debía cerciorarse de la muerte y rematarlos si fuera necesario.

Los cadáveres -según sus instrucciones- debían ser llevados a los jardines de la Cancillería, donde dos colaboradores reducirián los cuerpos a cenizas con 200 litros de gasolina: "No quiero que mi cuerpo se exponga en un circo o en un museo de cera (...) Ordeno, también, que el búnker permanezca como está, pues deseo que los rusos sepan que he estado aquí hasta el último momento", dijo.

También, recibió la visita de Magda Goebbels -que con su marido habían resuelto suicidarse, matando previamente a sus seis hijos- para implorarle que no los abandonara.

Hacia las 14.30, Hitler decidió comer y Eva prefirió volver a sus habitaciones. Lo acompañaron sus secretarias y su cocinera. Todos comieron espaguetis con salsa, en pocos minutos y en silencio, según recordaron los sobrevivientes, juzgados por el Tribunal de Nuremberg.

Terminado el almuerzo, Hitler recibió el adiós de sus colaborados y se retiró a sus habitaciones con Eva. En esas circunstancias Magda Goebbels hizo un nuevo intento por verlo, pero había precisas órdenes de no dejarla pasar.

Entre las 15.30 y las 16.00 de aquel 30 de abril, Hitler se suicidó de un tiro en la cabeza mientras rompía con los dientes una cápsula de cianuro y Eva murió a su lado tras masticar una ampolla de veneno.

La guerra había llegado a un punto a comienzos de enero de 1945, en que la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial era cuestión de semanas, relata Solar. El último contraataque de la Wehrmacht había fracasado en Las Ardenas y los aliados se dirigían hacia el Rhin, mientras en el este, millón y medio de soldados soviéticos arrollaba las defensas alemanas en Polonia y Prusia.

Hitler hizo lo imposible por no ver esta realidad y pasó el tiempo que le quedaba de vida en medio de un clima irreal, dictando órdenes absurdas encerrado en el bunker hasta el final.

Fuente: Télam

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