Cinco jóvenes vestidos completamente de negro y con guantes blancos en las manos ingresaron a la sala del museo a las 12.30, durante la performance organizada para la prensa, y a medida que avanzaban descolgaban los cuadros y los volvían a colgar, poniendo el derecho del revés, o viceversa.
"La pinturas de Hasper tienen, en el dorso, flechas en cuatro sentidos, para que cada propietario decida colocar la obra cómo desee, para que cada uno encuentre así su propio norte", explicó la directora del museo, Victoria Noorthoorn, antes de que comience la acción.
Los asistentes fueron siguiendo el recorrido con atención, a medida que los chicos de remera negra descolgaban y volvían a colgar cada pieza -expresión de seriedad en sus rostros- se tomaban unos pocos segundos para mirar cómo quedaba la obra en la pared, muchas cámaras que filmaban y alguien de fondo pedía silencio.
Tres franjas de color verde, celeste y violeta, que a la vista daban la sensación de ola de mar, conformaban uno de los primeros paisajes en ser cambiado de sitio, a lo que le siguió uno amarillo y verde agua, todo al ritmo de tres metrónomos colocados en la sala que estaban levemente sincopados.
Acrílicos sobre tela, de dameros blancos y negros, pero también de colores vistosos, formas triangulares, círculos y puntos estampados en estas piezas fueron cómplices de una performance inusual, que permitió espiar el montaje dentro de un museo.
"Más para atrás chicos", se ponía nerviosa una mujer de seguridad, y acompañaba la frase con el gesto de sus manos, mientras los encargados de la performance rotaban una obra de más de dos metros de ancho, que en su procesión casi chocó con uno de los presentes. Luego de no más de 30 minutos, finalizó y todos aplaudieron.
"Esta es para mí la exposición ideal. Es una idea que tengo hace siglos, poder girar las obras en distintos sentidos -contó Hasper a Télam, al término de la intervención-. ¿Desde cuándo coloco flechas en la parte de atrás de las telas? Desde siempre. Es para dar una mirada sin arriba y sin abajo", sostuvo.
La muestra "Gramática de color" mantiene una línea cronológica, según señaló la propia artista y evidencia un recorrido en su carrera, con criterios y similitudes que persistieron, pero también "colores que quizás se hicieron más livianos, más generosos, aunque también se complejizaron los movimientos y las formas".
En estos años, Hasper (1966) pintó y llevó su pensamiento pictórico hacia diversos lugares: realizó dibujos, fotografías, films y proyectos urbanos, un universo de formas, sistemas compositivos, técnicas y manejo del color de una impronta particular.
"Siempre pinté círculos y rectángulos. Asocio lo ortogonal con la civilización, con la construcción, con la ciudad, con la casa. El cuadrado es una invención del hombre. Y las formas redondas son las figuras geométricas que están en la naturaleza: el sol, la luna, los planetas, la gota en el agua", señaló Hasper.
En la última edición de arteBA, una pieza de Gachi Hasper fue una de las más recorridas y fotografiadas por el público: una pieza escultórica, con miles de lucecitas en pantallas led que titilaban, e iban conformado diferentes figuras, en una suerte de túnel al que el público podía ingresar.
Fuente: Télam