Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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La perspicacia de Houellebecq para ir de lo general a lo particular es notable

En Vigilancia líquida, el sociólogo polaco Zygmunt Bauman desarma diversos argumentos que componen un cuadro de inseguridad global (y local) para concentrarse sobre la línea de flotación de la que son objetos los sujetos en el mundo contemporáneo, sin descartar los aportes de la narrativa más experimental.
El libro, publicado por la casa Paidós, despliega las reflexiones del cientista social que desde hace unos días está en Río de Janeiro para dictar un seminario, con la excusa de una conversación con el británico David Lyon, un colega suyo de origen estadounidense.

Bauman nació en Polonia en 1925 y en la actualidad es catedrático emérito de Sociología en la Universidad de Varsovia. Dio clases en la Universidad de Leeds, Inglaterra, y en la de Tel Aviv, Israel; también en la London School of Economics.

Publicó, entre otros libros, Modernidad líquida, Amor líquido, Vida líquida, Vidas desperdiciadas, Trabajo, consumismo y nuevos pobres, Tiempos líquidos, Miedo líquido, Pensando sociológicamente, Mundo consumo, Identidad y Daños colaterales.

Para este sociólogo, "la vigilancia es un tema cada vez más presente en las noticias cotidianas, aunque (la vigilancia) ha ido extendiéndose poco a poco durante décadas y constituye un elemento fundamental del mundo moderno". Si casi todos los ciudadanos se sienten vigilados, es porque los dispositivos de vigilancia también se han vuelto líquidos.

Y así sucede con la mayoría de las cosas. La información, por ejemplo. "Vas a Google, hacés una pregunta y recibís una respuesta. El problema es que no es una sola, sino que son millones".

"Cuando yo era joven -dice Bauman, de 88 abriles- anhelaba tener la clase de acceso a la información que tengo ahora, pero con el pasar de los años he descubierto que el exceso de información es peor que la escasez. Ahora los temas cambian continuamente". La información también es líquida.

La vigilancia y la información convergen. Es una dupla sobre la que está montado un poder sin centro, sin espacio y sin tiempo, en un continuo que rastrea al globo entero y que provoca pánico en muchos sujetos que piensan que han perdido la intimidad, o bien se sienten intimidados por la presión social. Si usted no es sospechoso, pasará a convertirse en un sospechoso potencial.

Esa inseguridad, complementaria del estado de vigilancia global, opera en dimensiones diversas. Parece que hoy en día todos nosotros o al menos una gran mayoría, nos hemos vueltos adictos a la seguridad. Hemos asimilado la ubicuidad del peligro, de la necesidad de desconfiar y sospechar, argumenta Bauman.

Y reconoce que en efecto, el miedo engendra miedo. Pero si antes ese miedo estaba restringido a determinadas zonas de la ciudad y a determinadas costumbres, ahora se trata de las ciudades enteras, escaneadas, monitoreadas, vigiladas, y a la mayoría de las costumbres que se consideraban excéntricas.

"Cuando sucedió la revolución verde en Irán, Hillary Clinton saludó el nacimiento del nuevo país para felicitarse por haber presenciado de la primera revolución de Internet (…) Clinton celebrando la libertad de Internet es una ironía, sobre todo ahora que se sabe que quieren cortarle la cabeza a Julian Assange por emplear la libertad de expresión en la Red. Lo que en Irán consideraba un gran paso para la democracia, en los Estados Unidos es un atentado contra la seguridad nacional", avanza el sociólogo.

Bauman recurre a la literatura: "Zamyatin, Orwell o Aldous Huxley, poblaron sus visiones con los horrores que acechaban a los hombres del mundo moderno: el mundo regimentado y obsesionado con el orden de los productores y soldados".

El francés Michel Houellebecq, en cambio, su literatura, bucea otro orden. "Si los predecesores suyos se preocupaban sobre lo que los agentes en los puestos de mando de los cambios sociales fundamentales pudieran hacer para sofocar la aleatoriedad del comportamiento individual", dice Bauman.

"Lo que preocupa a este escritor es hasta dónde nos puede llevar esa aleatoriedad del comportamiento individual si no hay ningún puesto de mando ni agentes para menejarlo pensando en esos cambios sociales fundamentales".

Así, el especialista, que le reconoce al francés una notable capacidad para ir de lo general a lo particular, asegura que (a Houellebecq) no es el exceso de control y de coerción lo que le preocupa, sino su muerte, "que hace toda preocupación superflua e inútil".

Fuente: Télam

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