La investigación, dirigida por Thomas Braidwood, juez retirado y consejero de la reina, tuvo lugar en 2008 y se centró en el uso de armas Taser en la provincia de la Columbia Británica. Su informe se publicó la semana pasada.
Tras examinar las pruebas procedentes de una gran diversidad de fuentes, incluidos estudios de investigación y opiniones de expertos en cardiología y electrofisiología, el juez Braidwood concluía que las “armas de energía conducida” (CEWs) como las Taser tienen la capacidad de alterar el ritmo cardíaco con consecuencias mortales, incluso en individuos sanos, especialmente cuando los dardos de estos dispositivos se colocan en el pecho.
Concluyó que el peligro de arritmia peligrosa aumentaba en las personas que habían padecido enfermedades cardiovasculares, aquellas con el corazón ya estimulado por dolor o estrés intenso, las personas “delgadas” con “menos distancia entre la piel y el corazón”, las que llevaban marcapasos y las que eran sometidas a descargas reiteradas.
Según recomendaba el informe, el umbral para utilizar armas de energía conducida debía elevarse de la “resistencia activa” (el nivel de peligrosidad más habitual en que la policía de la Columbia Británica las estaba usando) a los casos en que la persona represente una amenaza física, y sólo cuando se hayan agotado otras medidas menos extremas o éstas hayan resultado ineficaces.
También recomendó que todos los agentes que utilicen armas Taser lleven consigo un desfibrilador (dispositivo eléctrico destinado a restablecer el ritmo cardiaco normal) y que el uso de cualquier arma de energía conducida se limite en general a una descarga de cinco segundos de duración.
Amnistía Internacional considera que las conclusiones de Braidwood son especialmente importantes dado que los posibles y teóricos riesgos para la salud descritos en el informe parecen haberse demostrado en casos reales de muerte.
Las conclusiones del informe Braidwood reflejan muchos de los motivos de preocupación expuestos por Amnistía Internacional en su estudio reciente sobre varias muertes ocurridas tras el uso de armas Taser en Estados Unidos. En un informe publicado en diciembre de 2008, Less than Lethal? The use of Stun Weapons in US Law Enforcement (AMR 51/010/2008), Amnistía Internacional examinó decenas de muertes ocurridas desde 2001 y concluyó que suscitaban graves motivos de preocupación sobre la seguridad y fiabilidad de tales armas.
Muchas de las personas que perdieron la vida habían sido sometidas a descargas reiteradas o prolongadas, y en un porcentaje significativo de los casos con víctimas mortales, la muerte se había producido por un ataque al corazón o la persona había recibido las descargas en el pecho.
Fuente: Télam.com.ar