Catamarca
Jueves 28 de Marzo de 2024
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¿La primera novela del poskirchnerismo?

Así como el Titanic un día se fabricó y un día se hundió, y tanto la modernidad megalómana como el optimismo del capitalismo que representaba se hundió con él, la vida de Germán Baraja ("Me presento. Germán, único nombre. Baraja, único apellido"), personaje central de la novela de Gonzalo Unamuno se puede también definir en dos momentos, el que va desde que la abuela le decía "sos la esperanza de la familia", hasta el que en su divagar constante ("Pienso, pienso mucho"), reconoce que "como todo producto de occidente me siento una víctima, un desperdicio".
¿Qué sucedió en el medio, durante esas décadas? Una vida. Una superposición de decepciones, que van de la familia a las mujeres, de la cocaína (ya no es de la misma calidad que antes) a la política. Mientras tanto, una época termina: su madre está muriendo. De ella le queda un recuerdo: "Filosofía para principiantes, único regalo que me hizo o el único que valoro".
La novela cubre tres días de la vida de Germán, organizados hacia atrás, de domingo a viernes. Así, desde el mismo principio sabemos que difícilmente habrá una revelación que nos ponga en la pista de un milagro, de una sorpresa, incluso de futuro. La trama (que no es tal) es lo que nos transmite la interioridad de Germán, un hombre desilusionado por casi todo, que se gana la vida escribiendo textos para una revista subvencionada por una embajada, y que está a punto de ser padre producto de una relación circunstancial, paternidad que Germán no acepta como verdadera, o no quiere creer verdadera.

Quizá la ferocidad con la que Germán enfrenta la realidad es la sensación de que se avecina una época nueva, porque la familia de la que reniega, pero en la que se refugió (y lo hizo) cuando no tenía ni dónde ni cómo vivir de manera independiente, se está extinguiendo. En breve el centro de la familia será él. La carta que le escribe a la madre a manera de despedida, que quizá ella nunca llegue a conocer, nos permite entender la relación que hubo entre ambos.
El ritmo de esos tres días está marcado por la paranoia, por la cocaína, por su ausencia, por la necesidad de comprarla y la dificultad pagarla. Y como suele pasar, la derrota acarrea a otros derrotados. Ya lo dijo Unamuno en un reportaje: "El personaje es un nihilista que está en contra de todo (…) se pone el foco en la cuestión política, quizás un poco sugestionado por mi apellido o porque él es un militante, pero el tipo está en contra de la madre, de la ex novia, de sus amigos, de la política. Además que tiene una imposibilidad para interactuar, es un derrotado. La épica de los derrotados, fracasados o venidos a menos me fascina". De ahí la escena del vecino que le golpea la puerta para ofrecerle los restos de un asado para al fin intentar intercambiar sexo por cocaína, o dinero.

Luego está la militancia. La novela fue promocionada como una novela del poskirchnerismo porque el personaje, generacionalmente, pertenece a ese grupo al que le mostraron la política como un camino y que luego asistió a su farandulización. Su editor, Gonzalo Garcés, menciona en la contratapa que esta sería "la primera novela del poskirchnerismo", algo que cuesta encontrar en la lectura. En todo caso, la decepción por la vida que siente Germán, incluye la decepción por la política, que incluye el peronismo, y por supuesto el kirchnerismo. Aunque esta sea sólo una idea para justificar la mirada de Garcés.


Fuente: Télam

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