Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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La relación entre lo horroroso de la literatura y lo horroroso del mundo nunca es aditiva

En Mediopelo, una novela de terror, el escritor y docente Matías Moscardi ensaya un experimento bautizado terror sintáctico donde las identidades fijas son una falacia -que es lo que efectivamente son- sumada a que los usurpadores también pueden ser muertos o revinientes.
El libro, publicado por la editorial Puente Aéreo, orientada por Esteban Prado, Lucio Ferrante y Esteban Quirós, apuesta siempre por producciones del balneario, directas o laterales.

Moscardi nació en Mar del Plata en 1983. Profesor en Letras por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMdP), publicó, entre otros libros, Los círculos del agua, Las cosas, El ansia, Los sapos y Bruma.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Qué es el llamado terror sintáctico? ¿Es tu primer experimento con el género?
M : El terror sintáctico es una expresión que acuñaron, medio en joda, medio en serio, Lucio Ferrante y Esteban Prado para hablar de la trilogía que forman Las cosas (Clase Turista, 2013), Mediopelo (Puente Aéreo, 2013) y Las palabras (inédita). Son tres novelas muy distintas entre sí pero que tienen en común un acento puesto en el lenguaje como vehículo del horror. En el caso de Mediopelo, intenté que las frases estuvieran atomizadas hasta tal punto que, por medio del corte, dieran la sensación de ser planos cinematográficos. La sintaxis se transforma así, extremando la puntuación, en una técnica parecida al montaje. Lo horroroso, entonces, pasa a ser un uso determinado de la lengua.

T : Esta suerte de novedad en el género novela de terror, ¿apunta a subvertir la categoría de género también en uno tan tipificado como el de terror?
M : El terror siempre fue un género menor. Y yo soy fan de los géneros menores. Me gustan mucho el western, el policial, la ciencia ficción. Pero al momento de escribir las novelas, por distintas cuestiones, me encontraba volviendo a literatura mayor: a Saer en Las cosas, a Onetti en Mediopelo y a Di Benedetto en Las palabras. De ahí, salían engendros mutantes: una cruza de Georges Romero y Saer, Roman Polanski y Onetti, David Cronenberg y Di Benedetto.

T : ¿Puede pensarse esa vertiente de la literatura conocida como postapocalíptica como una versión del terror contemporáneo: mutación de identidades, desolación, retorno a las pulsiones predadoras?
M : No lo sé, pero seguramente (James Graham) Ballard tenga algo que ver.

T : La otra cuestión: el tema de los muertos, los revinientes, los zombies, ¿por qué pensás tiene tanto peso en el terror contemporáneo?
M : (Slavoj) Zizek dice que el retorno de los muertos es el fantasma fundamental de la cultura de masas contemporánea. Los muertos vuelven cuando no están adecuadamente enterrados. El mejor ejemplo de esto podría ser el fantasma del padre en Hamlet, donde el retorno del muerto implica un destape político.

T : ¿Cómo pensás sigue tu carrera en este universo?
M : No me lo pregunto.

T : El mundo contemporáneo ¿no es suficientemente horroroso como para la literatura de horror?
M : La relación entre lo horroroso de la literatura y lo horroroso del mundo para mí nunca es aditiva: uno no viene a sumarse al otro. Asumo que lo horroroso de la literatura en todo caso permite procesar lo horroroso del mundo con otros parámetros y desde otra repartición de lo sensible.

Fuente: Télam

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