Situada en algún lugar del conurbano en el año 2015, un grupo de sobrevivientes de la tristeza -una extraña epidemia transmitida por las vacas- debe organizarse y emprender una vida comunal, con huertas, algunas gallinas, un molino y una precaria escuela; sin olvidar un reciente pasado sin pestes y haciéndole frente a la incierta cotidianeidad.
Pero la trama se complica un poco más con los encuentros cercanos con los "tristes" -que enloquecen luego de un período de lágrimas y mueren-; "los que bailan", unos niños forajidos y ruidosos; y la sociedad verticalizada y estricta de otro gran grupo de sobrevivientes, con poderosos déspotas y fervientes religiosos.
Con un ritmo imposible de soltar, recursos del humor y un registro realista que esconde guiños de ciencia ficción y metáforas ácidas de la vida comunal, está consolidada dupla -viene de publicar Vitamina Potencia- retoma una idea muy utilizada para contar un fin del mundo sin efectos especiales ni heroísmos sobresalientes, pero igual de desolado, misterioso y esperanzador.
Fuente: Télam