"Las pocas reseñas que se le dedican son muy negativas; en Sur se la juzga de mala copia del Ulises joyciano", cuenta Navascués. "Sólo se levantó una voz discordante: la de Julio Cortázar, quien firmaba un artículo laudatorio en la revista Realidad, pero su defensa, por muy talentosas que fuera, no pudo impedir que una conspiración de silencio rodeara la obra durante más de 15 años".
La operación de rescate en 1965 y tras la publicación de El banquete de Severo Arcángelo fue fulminante. "Leída en un contexto renovador, se saluda a la novela como el principal antecedente de la nueva narrativa hispanoamericana; hasta los críticos más ácidos se ven obligados a matizar sus juicios".
Esa primera buena reseña de Cortázar fue el primer paso para un intercambio epistolar entre los escritores y un breve estudio sobre la relación entre Adán Buenosayres y Rayuela (1963). Ambas, sugiere Navascués, "se construyen a partir de la búsqueda de un paraíso, de modo que sus protagonistas deambulan por las calles de Buenos Aires o París tanteando una salida existencial a su desconcierto".
Fuente: Télam