El texto deja entrever la profunda imbricación entre relación filial y objeto de estudio que signó la relación entre padre e hija, quienes más allá del lazo vincular estaban unidos por un objetivo terapéutico: Anna fue analizada por su padre en dos períodos entre 1918 y 1924, en una frecuencia que escaló hasta las seis sesiones semanales.
Encabezadas por "Mi querida Anna" o "Querido papá", las 300 cartas reunidas en el volumen que acaba de publicar Paidós en la Argentina esbozan el universo emocional del artífice del psicoanálisis y delinean el derrotero de la menor de sus hijas, que mantuvo relaciones ocasionales con algunos de los alumnos de su padre y se dedicó a la terapia de menores.
En una carta fechada en 1914, Freud previene a su hija sobre las actitudes seductoras de Ernest Jones, fundador de la Sociedad Psicoanalí­tica Británica, "un hombre mucho mayor que ella y completamente inadecuado", detalla.
Según testimonia el material clasificado de manera rigurosa por la antropóloga Ingeborg Meyer-Palmedo, la más pequeña de los seis hijos de Freud fue la única analizada por su padre y mantuvo una relación muy estrecha con él que la llevó a pedir consejos recurrentes sobre la terapia de menores, campo en el que se destacó como representante de la escuela vienesa.
Fuente: Télam