Lesbegueris es licenciada en Psicomotricidad y profesora de educación física. Es docente en la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF) y en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).
Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : ¿Por qué niñas y no niños jugando?
L : Porque uno de los propósitos del libro tiene que ver con poder visibilizar a las niñas dándole un lugar protagónico en sus juegos, particularizando su presencia, sin entrar en análisis universales o diferenciales y-o comparativos. Perspectivas, que aún hoy, siguen reproduciendo desigualdades en función del género.
Sabemos que así como lo femenino, la categoría niñas es una construcción mutable. Las niñas como sujetos de discurso han sido interpretadas desde distintas formas de concebir no sólo las infancias sino las prácticas de crianza. Sin embargo, a lo largo de la historia las niñas constituyeron, a mi juicio, una verdadera alteridad ignorada. Invisivilizadas en función de la edad (consideradas como adultas en miniatura) o subsumidas bajo el genérico niños, que borra sus particularidades. También creo que hay que tener cuidado en realizar lecturas diferenciales, ya que las mismas pueden ser otra forma de esencializar y marcar tendencias sexistas. Así, desde diferentes contextos históricos y sociales, la infancia femenina ha sido construida de acuerdo a una supuesta naturaleza salvaje, a la bondad de sus espíritus, a la debilidad de sus cuerpos, a la incompletud de su fisiología, a la inocencia de sus acciones, a la vivacidad de sus emociones. Atributos que no solo connotan lecturas particulares sobre las niñas, sino prácticas y procedimientos que regulan las diversas formas corporales de devenir niña.
¡Niñas jugando! Es una advertencia de cuidado… una necesidad de detenerse en las particularidades de estos universales lúdicos, un pedido de quietud -inquietante, que empuja hacia alguna dirección impensada, una invitación, tal vez, a decontruir series discursivas inscriptas en nuestros propios cuerpos para dejar entrar las perplejidades del jugar.
Fuente: Télam