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Sabado 20 de Abril de 2024
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Llega "Alabardas", la novela que Saramago dejó inconclusa

Alabardas, la novela que José Saramago dejó inconclusa unos meses antes de morir en 2010, acaba de publicarse en una edición de lujo con ilustraciones de Günter Grass y textos de Roberto Saviano y Fernando Gómez Aguilera, otra huella perdurable del genio del portugués que hasta sus últimos días exploró en su prosa la responsabilidad moral de los humanos.
Publicado por Alfaguara, el libro incluye tres capítulos de la novela y cuenta con la belleza de las no tan conocidas ilustraciones de otro Premio Nobel, el alemán Günter Grass. Pero, quizás lo más revelador -además de la interpelación al lector del relato en sí mismo- son las notas que dejó Saramago antes de su muerte, reveladoras de su proceso de pensamiento, análisis y escritura y una proyección de los avances de esta novela.

El nombre completo y definitivo del texto póstumo es Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas y son unas 70 páginas donde relata con ironía y lenguaje depurado la historia de Artur Paz Semedo, un gris burócrata y obediente empleado de una fábrica de armas que, intrigado por el sabotaje de una bomba durante la guerra civil española e impulsado por su ex esposa, Felícia, inicia una singular investigación.

Este administrativo del área de facturación tiene una rara epifanía tras leer un ensayo del francés André Malraux sobre la guerra civil española y el fusilamiento de trabajadores de una fábrica de armas de Milán por sabotear la producción. Su ex esposa, una pacifista, lo alienta para que explore en los archivos entre 1936 y 1939 las vinculaciones de la fábrica Belona S.A. con los fascistas. "Aprenderías algunas cosas más de tu trabajo y la vida", insta la mujer a Artur.

Pero el Nobel portugués (Azinhaga, 1922 - Tí­as, Lanzarote, 2010) a quien insta verdaderamente -cuando el pulso de su literatura se aceleraba contra la muerte- es al lector a quien le platea un debate íntimo entre la ceguera impuesta por el miedo heredado y la necesidad del compromiso.

"Concibió la novela como un ejercicio de acción intelectual, un método para programar escenarios verbales y, por consiguiente, un vehículo para reflexionar" refuerza el poeta Gómez Aguilera sobre este fresco literario que ilumina acerca de cómo las armas alimentan el gran fracaso ético de la humanidad: las guerras.

En su recorrido por retratar las facetas del mal y el error humano, Saramago confiaba en un nuevo libro y así deja "una puerta que le urgía cerrar o abrir (...) la de la responsabilidad moral del individuo, interpelando en cada uno de sus lectores, hurgando en su conciencia, para incomodar, intranquilizar y depositar en el ámbito personal el desafío de la regeneración (...) de encarrilar la alternativa de un mundo más humano", analiza Gómez Aguilera.

"Es una orquesta de revelaciones (...) Dentro de Artur Paz Semedo está el meollo dorado ya expresado en 'Ensayo sobre la ceguera': Siempre llega un momento en que no hay más remedio que arriesgarse" escribe Saviano, alguien que algo sabe de riesgos, y quien en su texto emula la rebeldía del protagonista con la de los periodistas Tim Lopes de Brasil y el mexicano Rodolfo Rincón Taracena, asesinados por sus investigaciones.

El título final Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas surge de la tragicomedia Exortaçao da Guerra, del dramaturgo Gil Vicente, así lo cuenta él mismo Saramago en sus anotaciones que van desde el 15 de agosto de 2009 al 22 de febrero de 2010 y donde confiesa "es posible, quien sabe, quizá pueda escribir otro libro".

Fuente: Télam

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