Javier, era según su hijo, "titiritero, poeta y narrador. Una personalidad polifacética con gran calidad para manejar distintos escenarios. El vínculo entre el juglar, el cuentero, el viajero, el escritor y la política, estaba naturalizado por su personalidad y el tiempo que le tocó vivir. Para él, ser titiritero fue el mejor oficio del mundo".
En tanto que su madre, cuenta, se inició con la pintura e incorporó luego la poesía, el teatro y los títeres: "Elba transitó el dibujo con una línea clásica y moderna a la vez, de impronta picassiana y también muy personal. Estudió con Enea Spilimbergo y Enrique Larrañaga; admiraba a Klee y a Kandisky. Tuvo talleres en muchos países de América Latina y expuso en casi toda Europa, China y la ex URSS".
La familia fue atravesada por la identidad latinoamericana, remarca Juano, "siempre pensé mi nacimiento en Quito como una extensión de la patria. El viaje de mis padres por América Latina en las años 40 y 50 marcó sus vidas e hicieron grandes amigos, entre ellos Pablo Neruda, Delia del Carril, Miguel Ángel Asturias, Jorge Icaza y Jorge Enrique Adúm".
Fuente: Télam