En todos los templos se realizará la bendición de los ramos seguida por la misa. Los fieles acostumbran llevar a sus casas los olivos bendecidos y guardarlos hasta el comienzo de la Cuaresma del próximo año, para ser quemados y utilizados en el Miércoles de Ceniza. Las ceremonias de los ramos se realizan en lugares públicos y abiertos para que toda la comunidad pueda participar.
¿Pero fue realmente el mismo pueblo que aclamó a Jesús a la entrada de Jerusalén el que después grita que lo crucifiquen? Fray Carlos Aldao OP cuenta que según el sacerdote biblista Luis Rivas no es la misma gente la que recibía a Jesús a la entrada de la ciudad, en el camino, integrada generalmente por campesinos y personas que se habían congregado espontáneamente para recibir a Cristo, que la que estaba en el patio en el que estaba Pilatos. “La gente de las afueras los recibía con mucho regocijo. En la ciudad era distinto. El juicio frente a Pilatos fue con gente que llevaban los fariseos, los sacerdotes”, afirma.
El filósofo y teólogo Gaspar Risco Fernández afirma que Jesús se fue insertando de a poco en el pueblo. “Poco a poco, a medida que evangeliza, va encontrándose con las necesidades de la gente y con sus pedidos, con sus enfermedades. Entonces es donde empiezan a surgir los milagros. El va a hacer una entrada triunfal a Jerusalén, pero no al modo del que busca el poder. El acaba acaba de resucitar a su amigo Lázaro. Y todo eso se comenta de lugar en lugar. El gran desafío es cumplir la voluntad del Padre”, expresó Risco Fernández. “Una cosa es el pueblo sencillo que lo sigue y curiosamente, como un fenómeno casi infantil , porque los niños eran para él el hombre que todavía está en su infancia cercana al paraíso. Ahí está la humanidad futura, el pueblo sencillo. Otra cosa es el pueblo en el cual están también los punteros políticos de esa época, las estructuras”, concluyó el teólogo.
Fuente/lagaceta.com.ar