En esta ocasión, hileras de ese papel picado de color rosa fuerte le da al espacio un especial colorido y sirve de marco a una gran cantidad de libros ubicados en dos enormes bibliotecas que se extienden a lo largo de dos de las paredes del stand.
Déborah Chenillo Alazraki, Coordinadora de Vinculación Cultural Comunitaria de la Secretaría de Cultura de México y responsable del stand, habló con Télam sobre el mismo y remarcó la idea directriz de mostrar la actividad cultural de la gran ciudad mexicana.
"Siempre decimos que esta Feria es igual de importante que la de Guadalajara, es una gran feria latinoamericana y para nosotros participar no era poca cosa. Estuvimos pensando mucho cómo había que hacerlo, ya que la Ciudad de México y la de Buenos Aires son dos metrópolis que han dialogado continuamente a lo largo de su historia".
De alguna manera, sostuvo, "son los dos polos de Latinoamérica y justamente queríamos reflejar eso, respetando la historia pero al mismo tiempo la contemporaneidad; nos preguntamos cómo contar las dimensiones que tiene Ciudad de México: una ciudad de ciudades, multicultural, que sintetiza e incluye a la república mexicana".
"Nuestra inquietud pasaba por mostrar una ciudad que es lago y metrópolis a la vez, que tiene grandes avances tecnológicos y carencias, llena de contrastes, ese era el reto. Por eso tuvimos la idea de realizar más charlas sobre diversos temas que presentaciones tradicionales".
Y agregó: "me atrevería a decir que casi el 90 por ciento de las mesas tienen a un compatriota porteño, porque nos parecía que el diálogo tenía que dejar ver nuestra propuesta, no queríamos solamente venir a charlar de la ciudad como invitados, sino compartir esto con todos".
A su juicio, "esta presentación es una pincelada, porque ninguna lista es exhaustiva, faltaron muchos y vinieron muchos; además se trató de invitar no solamente a escritores literarios: hay charlas sobre antropología, arquitectura, gastronomía; queríamos tener una amplia representatividad".
"Arquitectónicamente nos veíamos en ese mismo reto -apuntó- queríamos presentar un espacio moderno pero al mismo tiempo con un toquecito de tradición. Era muy importante para nosotros que el libro no perdiera su protagonismo y que fuera un stand funcional para que la gente quiera volver".
Para la arquitectura del stand se usó material reciclado y reciclable, "que es parte de las políticas que tenemos en México, donde se viven fuertes problemas de contaminación y, desde hace algunos años, se ha tratado de generar conciencia sobre el cuidado ambiental", observó la funcionaria.
Los volúmenes, de variadas temáticas, son uno de los grandes atractivos del lugar, ya que no sólo los visitantes pueden tomar el que les gusta y sentarse a leer en un sector de sillones sino que también pueden retirar su obra favorita, llevársela a su casa y devolverla antes de finalizada la Feria.
"En la ciudad de México tenemos unos 400 libros club, con esta misma modalidad, la gente retira el libro y luego de leerlo lo devuelve. Hasta ahora 40 personas se anotaron y se fueron con libros de diversas temáticas: novela, ensayo, poesía, cuento, crónica y arte".
Esas imágenes -muestra una enorme pantalla- ubican geográficamente donde se encuentra cada uno de estos clubes y cuáles son sus características particulares", dice Omar Quintanar, encargado de llevar adelante esta iniciativa en la Feria.
Además, "en ese mapa de la ciudad -señala- se ven sitios emblemáticos donde a raíz de esta invitación a la Feria autores mexicanos leen textos de escritores argentinos como Cortázar o Borges".
Para finalizar este recorrido por el espacio azteca no podía estar ausente el bar con comidas y tragos mexicanos. En varias mesas se veía a la gente degustar antojitos, quesadillas y picos de gallo (tomate, cebolla y cilantro) con totopos. Y en el sector de los tragos, la Margarita y el tequila hacían estragos.
Fuente: Télam
