Catamarca
Viernes 29 de Marzo de 2024
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Los medios se confrontan a audiencias menos dóciles y más participativas

Menos influyentes y poderosos que la visión propiciada por algunos gobiernos latinoamericanos, los medios operan sobre audiencias activas y pensantes que refutan y cuestionan sus contenidos, sostiene el periodista Iván Schuliaquer, autor de un libro -titulado El poder de los medios- que reúne entrevistas a intelectuales como Gianni Vattimo, Ernesto Laclau y Toni Negri.
Deconstruir las modalidades de comunicación en una sociedad cambiante que ha desdibujado los límites entre los emisores y receptores de la noticia implica aceptar aquello que el italiano Gianni Vattimo enunció como la disolución de la idea de verdad objetiva, una formulación que disparó fantasías emancipadoras en audiencias que durante décadas fueron educadas bajo la idea de que los medios eran objetivos y neutrales.

"Los medios son importantes pero actúan en el marco de sociedades que se reconfiguran. A veces se cae en el extremo de pensar que son pura manipulación, como si los espectadores o lectores fueran receptores pasivos y no interactuaran con sus mensajes y como si los medios fueran el plan macabro de empresarios inescrupulosos", destaca Schuliaquer a Télam.

El poder de los medios, editado por Capital Intelectual, explora las múltiples tensiones que atraviesan a la sociedad a partir de los nuevos dispositivos tecnológicos como internet -que según el antropólogo Néstor García Canclini intensificaron la coexistencia multicultural y aumentaron los conflictos a escala mundial- y plantea que no hay una manera unívoca de entender el mundo.

La obra reúne entrevistas a seis referentes del análisis de medios -además de Vattimo, Negri y Laclau, participan García Canclini, Pablo Boczkowski y Gabriel Vommaro- que desde distintas perspectivas avanzan en las mutaciones generadas por la concepción de la muerte de la verdad absoluta y coinciden en la idea de una sociedad sin relato, que según Schuliaquer "no implica que ya no haya relatos, sino que hay muchos más y son menos englobadores".

El periodista sostiene que se ha reformulado la idea de un "narrador omnisciente" de la realidad y se acepta en cambio el carácter subjetivo de los medios, a la vez que todavía prospera -al menos en América Latina- la idea de un receptor maleable que, en línea con la antigua formulación de la aguja hipodérmica, no puede ejercer una mirada crítica frente a la información.

"Muchas veces los discursos buscan cerrar los debates a partir de definiciones tajantes. Más aún en contextos de polarización -indica-. Se da la paradoja de que varios gobiernos acusan a los medios de mayor audiencia de manipular a la gente y de ser sus opositores. Sin embargo, ganaron varias elecciones. Ahí se demuestra que los problemas sociales nunca son tan sencillos y, sobre todo, que las audiencias son activas y pensantes".

"Esto se da, además, cuando la convergencia tecnológica ha demostrado que el receptor hoy muchas veces es a la vez un productor y cada vez es más difícil ubicar a los actores en un único lugar. Esta argumentación también se usa, muchas veces, cuando se descalifica a los gobiernos por manipular a las masas. Es decir, nadie se autoincrimina como manipulador, pero sí puede señalar que el otro lo es", analiza el periodista.

¿Los contenidos informativos deben adaptarse a criterios trazados por los consumidores? ¿Es decisiva resulta hoy la autodeterminación de las audiencias y en qué medida a partir de ella los medios están obligados a la reconversión permanente?

"Los diarios y las revistas vivían de la venta de ejemplares y de publicidad. La radio y la televisión, sólo de la publicidad. La masividad de esos medios decae un poco, mientras internet crece y se transparenta la desagregación de las noticias: hoy uno puede observar qué noticias leen los usuarios y cuáles no", apunta.

"La cuestión es que, en general, los temas más leídos son las noticias de deportes, celebridades y crímenes y poco sobre cuestiones públicas, como política. En función de eso, los medios cada vez producen más lo que creen que el click les demanda", observa.

El periodista alerta sobre la homogeneización de contenidos y abordajes que provoca la posibilidad de verificar en tiempo real hacia dónde se orientan las preferencias de los lectores y asegura que uno de los efectos colaterales de este fenómeno es la precarización de la labor periodística, "cada vez más mecánica y menos elaborada, ya que los periodistas no tienen tiempo para consultar fuentes".

"Casi todos los medios tienen lo mismo: lo que consiguen rápido y fácil. Ahí las agencias de noticias se vuelven fundamentales porque aún generan contenido propio -sostiene Schuliaquer-. Los medios son cada vez más parecidos entre sí y, al final, las noticias se vuelven cada vez menos importantes para los lectores. Vattimo, al respecto, plantea que eso genera ciudadanos más escépticos por la sobreabundancia de noticias".

Frente a las antiguas perspectivas apocalípticas que aventuraban el fin de los medios impresos, este licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires y magister en Sociología por la Universidad de París IV- Sorbonne plantea una supervivencia de este soporte a partir de la re-jerarquización de géneros que antes eran considerados laterales, como la crónica o el reportaje.

Ya no se trata de informar -rol que hoy le cabe a los medios digitales merced al atributo de la simultaneidad- sino de esclarecer o fijar un punto de vista calificado sobre la noticia: "La manera en que se practica el periodismo en los medios digitales permite pensar que hay dos lógicas periodísticas y, por lo tanto, dos periodismos. Uno dedicado a la noticia de último momento, caracterizado por una escasez extrema de recursos y tiempo, en el que se espera una cobertura lo más abarcadora e "instantánea" posible, y otro dedicado a noticias de otra temporalidad, con mayor profundidad, con consulta a fuentes diversas", explica.

"Ahí entrarían géneros hasta ahora menos centrales, como la crónica, y otros como la investigación o el análisis de la noticia con un mayor desarrollo. Ahí hay una irrupción que rompe con los ideales de objetividad, que parece ser remplazado por la honestidad, a partir de las crónicas, un género cada vez más importante en la Argentina, con ejemplos como la revista Anfibia, que exige mayor implicación subjetiva del emisor", apunta.

Schuliaquer indica que el formato de crónica introduce otra agenda -"más diversa, menos del minuto a minuto y más compleja" que permite filtrar algún retazo de la vida cotidiana de la población en la agenda periodística sin necesidad de un conflicto de último momento: "Es uno de los pocos espacios en los que, por ejemplo, una escuela puede aparecer en los diarios aunque no haya habido paros, no se haya caído un techo o no haya habido actos de violencia", concluye Schuliaquer.

Fuente: Télam

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