Catamarca
Viernes 19 de Abril de 2024
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Los peligros "de la maternidad y las clases sociales

En Maternidad y tecnologías de género, la cientista social Silvana Darré apunta a dilucidar el efecto disciplinario y estigmatizador de la maternidad sobre las mujeres y cómo las tecnologías de género, según la clase social, permite entender, en cada caso, diversas producciones de subjetividad.
El libro, publicado por la casa Katz, es una investigación sobre el carácter patógeno de la pedagogización de las mujeres, durante años tiranizadas, entre otras cosas, por un imaginario instinto de maternidad reforzado por los mandatos de la religión y los prejuicios clasistas.

Darré es doctora en Ciencias Sociales por Flacso; especialista en psicología de la educación, tiene una maestría en género por la Universidad Nacional de Rosario, su área de trabajo específico en el Uruguay, donde desarrolla una amplia actividad como docente.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Cuáles serían las tecnologías de género y qué función, si fuera la palabra, cumplirían?
D : La pedagogía de la maternidad, aislada para su análisis en los casos que presenta el libro, es sólo una vertiente en el conjunto de tecnologías de género puestas en juego para decirles a las madres concretas qué deben hacer para criar a sus hijos y cómo deben ser. Estas tecnologías parecen haber actuado en la construcción de lo deseable en términos políticos, teóricos y disciplinarios, implantando la separación entre lo apropiado y lo inapropiado. Desde hace varias décadas sabemos que la idea de instinto materno no tiene existencia más que como una construcción discursiva.

Las pedagogías maternales han estado a través de los discursos científicos, políticos, morales y religiosos, construyendo la idea de lo deseable y de lo no deseable, estableciendo las fronteras y operando en la construcción de las identidades y de las prácticas maternales. Los mensajes destinados a las madres han variado a través del tiempo, los dispositivos pedagógicos también. Sin embargo, la insistencia en decir a las madres lo que tienen que hacer por el bien de sus hijos parece intensificarse en consonancia con una ampliación de los márgenes de lo inapropiado.

T : Es muy interesante la zona del libro donde se asocia la maternidad al pánico. ¿Podrías explicar brevemente de qué se trata?
D : Si leemos algunos manuales destinados a las madres previos a los 50, tanto en la Argentina como en otras latitudes, podemos percibir que la crianza era un asunto más o menos fácil que cualquier mujer podía llevar adelante. El Libro de las Madres escrito por Gregorio Aráoz Alfaro a comienzos del siglo XX, destina más páginas a explicar la importancia y la técnica de hervir el agua para higienizar las manos y los implementos rudimentarios que se necesitaban para el parto y para lavar al recién nacido, que las destinadas al parto propiamente dicho.

Pero es a partir de los 50 que la maternidad es convertida en un asunto difícil, por efecto de procesos combinados. Tanto el descubrimiento y utilización efectiva de la penicilina como la difusión internacional de discursos fundados en una matriz psiquiátrica-psicoanalítica y desplegados por organismos internacionales, edifican la idea de la maternidad como un asunto difícil. Este proceso tiene relación con la emergencia del psiquismo como una entidad fundamental, oscura y profunda, fuente inagotable de traumas, neurosis y psicosis. En estos discursos la madre siempre aparece como la responsable, la madre refrigerador, la madre esquizofrenizante son las formas que toma lo inapropiado.

T : El perverso polimorfo freudiano, ¿es ese niño atravesado también por impulsos agresivos?
D : Cabe señalar que la emergencia del psiquismo como entidad en los 50, no tiene que ver con el descubrimiento de una dimensión que fuera desconocida -las instituciones psicoanalíticas ya tenían presencia en Argentina-, sino con las condiciones de posibilidad para que ciertos discursos circulen, se difundan y se implanten hasta convertirse en hegemónicos. El sentimiento de ambivalencia era conocido y había sido teorizado, los impulsos hostiles también, sólo que estos discursos permiten re localizar el peligro y lo hacen muchas veces en la figura de la madre, no del hijo/a.

El temor a la muerte del recién nacido -conjurado en gran parte por la acción de la penicilina y las políticas sanitarias de esos años-, se traslada al psiquismo, a las relaciones madre-hijo, al ámbito de lo doméstico. El peligro deja de estar afuera, sea en los microbios o en la calle para internalizarse y circular en la familia, especialmente en la madre. Es llamativo con relación a la circulación del peligro, como en los 60, los electrodomésticos también son percibidos como fuente de peligro. Los manuales hablan de miles de casos en los cuales objetos contundentes cayeron desde la parte superior de la heladera sobre las cabecitas de niños y niñas.

T : ¿Cuándo pensás empieza a practicarse una maternidad más advertida, capaz de pacificar esos impulsos aunque jamás eliminarlos?
D : Una autora de los Estados Unidos, Sharon Hays, propone la idea de maternidad intensiva como el modelo cultural que se impone en forma reciente; consiste en la madre individual, única, de tiempo completo, dedicada e instruida en sus deberes maternales y cuyo centro está dado por las necesidades de los niños y niñas.

Este modelo intensivo viene de la mano de la culpa, porque las mujeres madres de todos los sectores sociales forman parte del sistema productivo, tienen empleos, no pueden darle el pecho a sus hijos e hijas hasta los dos años, como propone ahora una campaña de UNICEF. La legislación no acompaña estos mandatos que además dan escaso margen a las opciones personales. Entonces, retomando la pregunta sobre los impulsos hostiles, me preguntaría sobre la hostilidad que las pedagogías maternales han destinado a las mujeres señalándolas como las únicas responsables del bienestar y el porvenir de sus hijas e hijos.

T : La estratificación en clases, ¿sigue funcionando para pensar diversas formas de crianza?
D : Las interpretaciones sobre los consejos a las madres y la estratificación en clases ha sido un tema planteado en varias ocasiones y ha generado controversias. ¿Se trataría de diferentes mensajes en función de la pertenencia social y cultural, o son los procesos de circulación de la información y la traducción diferencial que los diferentes sectores sociales realizan en términos de sus propias costumbres, nociones y marcos de referencia?

Desde hace más de 40 años los estudios feministas en los Estados Unidos han dado múltiples evidencias de la variación de los consejos a las madres en función de su pertenencia social y étnico racial, las demandas del mercado laboral, las crisis económicas, entre otras. En estos días con motivo de un seminario sobre el tema, las participantes, psicólogas, sociólogas, antropólogas y trabajadoras sociales que trabajan en instituciones de salud y en programas de ayuda social en la región, relataron el tipo de información y de prácticas destinadas a mujeres pobres y observaron en algún caso un extraño parecido con las prácticas de control y normalización características de los 20. Es posible que los discursos y las prácticas que tejen la idea de la maternidad inapropiada en la actualidad capturen nuevamente entre sus redes a sus actoras favoritas: las mujeres pobres y las madres adolescentes.

Fuente: Télam

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