Catamarca
Martes 23 de Abril de 2024
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Macedonio es una usina convocante de lectores

En Macedonio. Para empezar aplaudiendo, la escritora y psicoanalista Liliana Heer compone una pieza teatral motorizada por las voces y los ecos de esas voces de otros artistas y psicoanalistas que a modo de prólogo, se multiplican en prólogos a la pieza en cuestión, que jamás pretende explicarlos.
El libro, publicado por la editorial Paradiso, también reúne textos de Horacio González, Ana Arzoumanian, Anahí Mallol, Martín Alomo, Amalia Sato, Nicolás Peyceré, Roberto Ferro, Arturo Frydman y Susana Szwarc, entre otros.

Heer es miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL), y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP). Publicó Frescos de amor, Verano rojo, Angeles de vidrio, y Repetir la cacería, apenas algunos de sus títulos.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Qué clase de artefacto es Macedonio. Para empezar aplaudiendo? ¿Se trata de un artefacto mimético, tiene la característica de actuar por resonancia, hay peajes al lector que van desde el entretenimiento a la disolución?
H : Macedonio... es una usina convocante de lectores, actores, músicos, artistas y amantes de la lengua sin pelos ni alambres de púas. Algunas de las hipótesis que enunciás ganaron la partida. Los prologuistas han encontrado ecos, tonos, clima, frases, conceptos que hacen a la conversación sin fin en la doble vertiente de sentido y final.

T : ¿Hubo una elección de los convocados o un ofrecimiento? Los prólogos, ¿a qué remiten de la obra de Macedonio?
H : La elección fue in crescendo, Martín Alomo en primer plano, poseedor de un singular oído musical, se entusiasmó con la obra. El entusiasmo, ajustes y sugerencias despertaron en mí el rumor de El museo de la novela de la Eterna y sus inolvidables prólogos. Luego, vertiginosamente fui invitando, recibiendo comentarios y pedidos de formar parte en esta aventura; también incorporé a varios autores con quienes había compartido las Jornadas Macedonio Fernández en 2012. Fueron realizadas por El Instituto de Literatura Hispanoamericana de la Facultad de Filosofía y Letras organizadas por Roberto Ferro en la Biblioteca Nacional y en el MALBA. En esa oportunidad se exhibió Sin apremio por concluir - Primer acto apresurado por detener al segundo, un fragmento de lo que hoy es Macedonio... Dirigí la función actuada por Marcelo Savignone (representando a todos los personajes) con Cecilia Campos en guitarra, retroproyecciones de Edith D´Ímperio y Macarena Cordiviola, ambientación de Lina Boselli, asistencia actoral de Eva Rodríguez, luces de Luciano Cohen y Aníbal Villa Segura como asistente de dirección.

T : Nombres que (a mí) me llaman la atención: Martín Alomo, Amalia Sato, Anahí Mallol, Nicolás Peyceré, Ana Arzoumanian. ¿Por qué crees que pueden llamar la atención de un lector?
H : Seguramente tu pregunta sorprendida no implica desconocimiento sino atención especial. Voy a remarcarla citando momentos de los prólogos de los autores que mencionás:

Una música sin ritmo figura el anhelo de desmarcarse de la dictadura del metrónomo, de las garras del tiempo. El instante, como al costado del camino de la secuencia, parece denotar ese punto más allá, ese punto fuera de línea invocado por la pretensión macedoniana. Se trata del instante capaz de hacer presente el infinito en acto, un punto de infinito fuera del tiempo. El mismo punto que en El concepto de la angustia, a propósito del ensimismamiento, Kierkegaard atribuye al ironista, Martín Alomo.

Si alguna vez se representara esta obra, asistiríamos a la puesta en escena de otro posible banquete platónico, vertiginosamente actualizado. En la alternancia de voces: ausencia de dolor y verdugo. En la danza de los coqueteos sociales: aspiración a ser el mejor discípulo en la proliferación de estos Alcibíades deliciosamente mundanos, Amalia Sato.

Macedonio es aquí no la mudez ni la fijeza de lo ya dicho, no la cita, sino el motivo y la música: el personaje ejecuta melodías, emite sonidos, casi no habla. Y el actor no actúa propiamente hablando: es el que da más vale las acotaciones escénicas, es quien reflexiona sobre la actuación misma. Las cosas, estados, roles, se superponen, o invierten, o vuelven sobre sí, Anahí Mallol.

Y pensar en la voz de Xul Solar, fina de líneas, fina de colores de penumbra.
Y en la voz de Vanina Muraro..
Y en los nombres de autores de antes: William James, Eduardo Egger, Manuel Peyrou, Miguel Schapire, Lily Laferrere, Homero Manzi, González Tuñón, Nora Langue, Jauretche, Güiraldes, Gómez de la Serna, Enrique Villegas.
Y sentados en el hotel esperando la coda y el alba, upavamos, taquivoy, no teno forma ni limiktes, ra´perxpándome nel cosminoche infinito do too es; etc.
Una coda anuncia el alba, Nicolás Peyceré.

El teatro.
La personería o personalidad representa la aptitud para ser sujeto de derecho. Dame un anestésico, destrózame, no puedo, no puedo más. No me toques, todo es una vergüenza, una falsificación, mentira. Déjame soy venenosa, un ultraje, fría. Teatro. Tal vez ya no necesiten la ayuda del proyector ni de la película ni de la cinta de sonido, escribe Ingmar Bergman en "Persona": ahora se extienden en busca de nuestros sentidos, hasta lo más profundo, hasta nuestra retina, o hasta las más delicadas ramificaciones del oído. Teatro, Ana Arzoumanian.

T : ¿Cuál es tu relación del psicoanálisis con la literatura, o al revés?
H : Psicoanálisis y literatura son dos prácticas de la letra destinadas a operar con la pulsión, un núcleo duro ajeno al concepto de progreso. Desde mi primer libro de relatos, hasta el poema largo que estoy escribiendo y se llama Capone en Septiembre, he bordeado ciertos temas: muerte, locura, política, incesto, desencuentro, variaciones del mal. Siempre he injertado procedimientos, expresiones, técnicas y artificios del cine, el teatro, la música, la pintura. Para un psicoanalista, es simple adjudicar las anécdotas más íntimas a la ficción. Lo vivido domesticado, el bien decir; desembocar en el streep-tease autobiográfico puede resultar patético. Hurtar tajadas requiere estilo: Candelas, candles, escribe Joyce en el único texto que no dio a conocer en vida: Giacomo. Es importante practicar la destilería de la renuncia, adiós, adiós al protagonismo, rociar con salmuera el manojo móvil de malestar. El humor suele ser la mejor vacuna. Y ahora me gustaría volver tu pregunta desde la praxis. A partir del año 2002, dirijo con el psicoanalista Arturo Frydman las Jornadas de Literatura y Psicoanálisis Autopistas de la palabra en la Biblioteca Nacional. El 19 y 20 de Septiembre próximo vamos a realizar las IV Jornadas bajo la consigna: La Frontera, el antes y el después: mitos, quiebres, el folletín de los argentinos. En el sitio www. autopistasdelapalabra.com se pueden consultar los más de 150 trabajos producidos pensando en la lógica literatura-psicoanálisis.

T : Has escrito mucho, no estás de moda, tu literatura supone cierto hermetismo. ¿Qué pensás?
H : Si bien la fuga es el motor de mi escritura, soy centrípeta; el exterior no me genera curiosidad. Algunos lectores en vez de sentir su propia oscuridad acusan al texto de hermetismo, decía Mallarmé.

T : La obra de teatro, ¿capta algo de Macedonio que en otro formato se escaparía?
H : Hablar en general no me atrae, no lo sé, depende de los colores de la obra. Los veinticinco autores que prologan este libro encontraron una presentificación de Macedonio en otro registro.

Fuente: Télam

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