Las peripecias que vive María son las mismas que padecen sus vecinos de los barrios Telefónico y Esperanza, en Yerba Buena, y muchos otros de Tafí Viejo y de Villa Carmela. El consumo alto y la falta de lluvias dificultan el suministro en la zona piedemontana.
En la casa de bloques grises de María, en Las Higueritas al 2.100, viven 12 chicos (seis son hijos de ella; el resto, de sus dos hermanas). "El día es así: a las 10 de la mañana cortan el agua y recién a eso de las siete de la tarde vuelven a darla. Pero para llenar los baldes hay que esperar hasta la madrugada", contó. Lo que ella logra juntar en los cinco baldes tiene distintos destinos: algo va para el baño, otra parte para lavar platos y ropa, otra para cocinar (poco) y el resto para el consumo de los chicos. "A la noche también quieren juntar mis hermanas. Sólo podemos usar una canilla por vez. Por eso hay embotellamientos en la del patio", contó entre risas que sonaron a resignación.
Más trastornos
A las 12, en la ruta 315 (Camino del Perú) había tanto tráfico que parecía que la cinta asfáltica era demasiado chica, el viento caliente levantaba tierra de las banquinas y el sol hacía arder las chapas de los techos. Para colmo, casi no había agua. María Ester Quintana lavaba ropa en una palangana junto a un barril y tres baldes. De la canilla salía un hilo. "Cada año es igual: llega el calor y se va el agua", protestó la vecina de El Triángulo.
En Villa Colmena Norte, en Tafí Viejo, Alejandra Fernández les daba de comer a sus dos hijos en la vereda de su casa, debajo de un árbol, y se quejaba por los días que había pasado sin agua. "Los bomberos dejan agua en las casas, pero no es para tomar; tenemos que esperar los bidones de la Municipalidad", lamentó.
En el este también hubo problemas. Los vecinos de Mariño, en Burruyacu, cortaron la ruta 304 para protestar por la falta de agua. Y en Delfín Gallo, los habitantes del barrio San Lorenzo exigieron a las autoridades comunales que solucionen los problemas de suministro. En algunas zonas de El Manantial también hay vecinos afectados.
En Yerba Buena, María Ibáñez dijo que no saldrá a protestar; está resignada. Cada noviembre vive el mismo problema: llega el calor y se termina el agua. Por ahora la única opción que le queda es seguir trasnochando para llenar los baldes.
Fuente: lagaceta.com.ar