Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Marina Abramovic y su método para disociarse del vértigo cotidiano

Más de 2.500 personas participaron del workshop que la artista serbia Marina Abramovic dio en el Centro de Experimentación de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), en el marco de la Bienal de Performance, una experiencia energética para liberarse de las contantes distracciones del mundo moderno, sin aparatos tecnológicos y en total silencio.
La idea del denominado Método Abramovic, que la artista viene difundiendo en varias partes del mundo y que han practicado celebrities como la cantante Lady Gaga, es lograr una profunda introspección a través de una serie de ejercicios que apuntan a "limpiar la casa" -es decir, mente y cuerpo-, en palabras de la propia artista.

Es inevitable que un halo de snobismo sobrevuele toda la experiencia, al margen de las buenas intenciones de Abramovic, quien se dedica desde hace 40 años a hacer controversiales performances y ha llevado su cuerpo a límites extremos, hospitalizaciones incluidas.

Ocurre que la experiencia en Unsam tiene una pretensión de difícil resolución: ¿Por dejar el celular y la computadora unas horas en un locker lograremos la calma interior? ¿Cómo podrá este inmenso galpón sobre la calle Sánchez de Bustamante disociarnos del vértigo cotidiano?

El componente extra es que en un puñado de días que Abramovic pasó en Buenos Aires causó furor en el público: en cinco minutos se agotaron las 500 entradas disponibles para presenciar su conferencia, en la que leyó el "Manifiesto de la vida de una artista" y le insistieron para que pruebe el sabor de un alfajor de dulce de leche.

"Los participantes podrán quedarse en el espacio ofrecido durante el tiempo que deseen, para estar consigo mismos y experimentar la calma y la sensación poco frecuente de sentirse libre de responsabilidades", se puede leer en la página web de la bienal, en referencia a esta actividad de entrada gratuita.

El objetivo es acercarse, o tener una mínima idea, de cómo la artista libera su mente y se prepara para sus extremas performances, tal como hizo en 2010 en el MOMA de Nueva York: entonces se pasó 716 horas inmóvil en una silla -en jornadas de ocho horas durante tres meses-, de cara a quien quisiera sentarse enfrente.

Dos horas de fila, bajo la lluvia, implica la previa para algunos de los que se acercan a la Unsam, un edificio en el corazón de Almagro construido a principios del siglo XX que otrora funcionó como subestación eléctrica.

En el ingreso, los "facilitadores", unos 45 chicos vestidos de negro, entrenados por Abramovic para acompañar en la experiencia, reciben al visitante y lo guían por cada uno de los ejercicios.

Pueden sufrir una ligera decepción aquellos que crean que van a interactuar con la performer serbia, ya que no permanece a tiempo completo en la sala. ¿O será que algunos no tuvimos la suerte de verla?

Los jóvenes de negro explican, antes del ingreso, que "este es un espacio de silencio" y habrá que ponerse unos auriculares en la sien, que aislan por completo cualquier posible sonido, aunque acá no se oye ni el zumbido una mosca.

Algunos de los ejercicios consisten en contar granos de arroz y de lentejas, según indica el cartel sobre la mesa "Separe y cuente", o caminar ida y vuelta, de manera lentísima, por unos de los sectores de este galpón, al estilo caminata lunar, o mirar fijo a unos cuadrados de colores -amarillos, rojos y azules- colocados en las paredes.

Este edificio de casi 7500 metros cuadrados y techos de quince metros de altura posee dimensiones similares a las de una catedral, entonces muchos se vuelcan a la experiencia espiritual: cierran los ojos y caminan de la mano de su facilitador, se abrazan fuerte con alguien que pasa, se acuestan en el piso en posición fetal, ponen caras compungidas a punto de llorar. Alguno se queda dormido en su silla, justo delante del cuadrado de color azul.

"La performance tiene un increíble poder de transformación", es el lema de esta artista que nació en Belgrado (Serbia) en 1946 y en 40 años de carrera se caracterizó por sus obras extremas y polémicas: se hizo cortes en los dedos con un cuchillo, se clavó espinas de rosas en el vientre y dejó que alguien del público le apuntara con un arma.

Fuente: Télam

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