Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : ¿Cómo vive un escritor interesado en múltiples temas el día a día en una ciudad como Mar del Plata, que parece más cosmpolita de lo que es y que ya no es una dependencia de Buenos Aires?
Z: Lo vivo como todos, naturalmente; tal vez porque me considero un escritor sólo cuando escribo, durante el resto del día tengo un trabajo y una vida que están bastante alejadas del mundo de la literatura (si es que eso existe). Me gusta que Mar del Plata no sea tan cosmopolita como se supone y que al mismo tiempo ya no sea una dependencia de Buenos Aires, me interesa ese híbrido entre pueblo y gran ciudad.
T : Si te fueras (no sé si alguna vez te fuiste), ¿volverías a la ciudad? ¿Es un buen lugar para desplegar inquietudes intelectuales o proporcionalmente hoy día todas las aglomeraciones urbanas ofrecen más o menos lo mismo?
Z : Siempre viví en Mar del Plata, pero si me fuera creo que sí volvería, a mí me gusta esta ciudad. Creo que cualquier lugar es bueno para tener inquietudes intelectuales y de cualquier índole, hay que saber buscarle la vuelta, no creo que sea necesario estar en Nueva York o Buenos Aires.
T : ¿Cuáles serían para vos las cosas, los ambientes o las prácticas, o los objetos o paisajes claramente marplatenses, si es que es posible definirlos así?
Z : Bueno, por un lado está el imaginario que los visitantes construyeron para hablar de Mar del Plata: el Casino, la playa, los alfajores, etcétera. Yo prefiero remarcar, por ejemplo, el puente que pusieron en la época de la Cumbre de las Américas, que no sirve para nada y que tuvieron que remodelar porque no pasaba el camión de los bomberos; la cantidad de barrios llenos de pintadas de Alvarado y un grafiti que dice Si usted es del Puerto llame al 911; la intersección de 39 y Polonia, porque crecí por ese barrio y es lo más parecido que vi al fin del mundo. Habría muchas cosas más, pero con esas tres alcanza y sobra.
Fuente: Télam