Catamarca
Jueves 18 de Abril de 2024
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Matemática para todos

En Matemagia, octavo libro de la saga que presenta a la matemática como una disciplina omnipresente en la vida cotidiana, Adrián Paenza ofrece nuevas derivaciones que plantean la importancia de aprender a tolerar la frustración y documenta cómo una ciencia exacta puede dar lugar a conclusiones erróneas por obra de la falibilidad humana.
Desde que en 2005 inauguró su aventura editorial con Matemática, ¿estás ahí? -la obra de no ficción más vendida en el país- el periodista fue uno de los primeros que apostó a la circulación de la matemática por fuera de los circuitos académicos, una elección que hoy tiene correlato en la visibilidad internacional de una disciplina que ha dejado atrás sus tiempos de confinamiento.

En esta ocasión, Paenza tomó como punto de partida una equiparación posible entre magia y matemática que explora coincidencias en la concepción del artilugio: "Hay muchas oportunidades en que los magos apelan a la matemática, que queda invisibilizada pero que está ahí para hacer aporte", destaca el autor a Télam.

"Creo que la vinculación más fuerte entre ambas disciplinas se da a través de la lógica: uno está tan atento a los pases de magia que no advierte dónde se produce el truco. Si uno pudiera enseñar varios de los aspectos de la matemática a través de la magia los chicos estarían mucho más atrapados de lo que están en la actualidad", precisa.

Matemagia (Sudamericana) presenta enigmas que buscan estimular la agilidad mental y a la vez fija posición sobre cuestiones como la adicción a las encuestas -y el peligro de extrapolar respuestas que representen el "sentir" de una sociedad de manera errónea-, así como las dificultades que afronta la aplicación de una ciencia exacta en el contexto de la subjetividad humana.

Paenza ilustra los ocasionales desencuentros entre ciencia y sociedad a partir de la historia de Sally Clark, una abogada británica que fue acusada -injustamente- de asesinar a sus dos hijos a partir de la aseveración de un célebre pediatra que se basó erróneamente en una estadística sin contar con evidencias y, lo que es peor, desoyendo el diagnóstico de muerte súbita.

"La matemática no tiene una moral, depende de las interpretaciones. Se puede usar tanto para el bien como para el mal. En este segundo caso se puede cometer una tropelía como le ocurrió a Sally, un caso muy grave por las consecuencias que tuvo: no sólo murieron sus hijos sino que ella misma se suicidó luego por las consecuencias que tuvo el error estadístico en el que se basó el fallo que la condenó", explica este doctor en Matemática.

"No creo en las cosas infalibles. Somos humanos y nos equivocamos, pero lo peor de todo es que nos cuesta decir ´no sé´. Y ese es uno de los grandes problemas que enfrentamos como sociedad: nadie quiere exponerse como una persona falible. Parece que siempre hay que tener todas las respuestas", analiza.

Paenza toma situaciones de extrema cotidianeidad -como la desaparición gradual de biromes, resmas de papel o cucharitas de papel en una oficina- para introducir al lector en complejos métodos analíticos como el de la teoría de juegos, un área de la matemática que estudia las diferentes interacciones que se dan en los sistemas de incentivos.

"Situaciones como las que describen la desaparición de objetos en una oficina sirven para ilustrar que cuando se trata del bien común no siempre estamos dispuestos a cooperar. Estas instancias, llevadas a gran escala, pueden desatar una guerra -precisa-. Lo interesante de la teoría de juegos es que ofrece varias alternativas para elegir que van más allá de las formas binarias".

"Esta rama de la matemática nos pone ante la evidencia de que frente a determinadas situaciones debemos encontrar la manera de mantener a todas las partes involucradas lo más satisfechas posible. La situación óptima no es que uno se vea beneficiado y los otros perjudicados, sino que haya un beneficio común. Aprender a negociar no es un tema menor", señala.

En Matemagia, Paenza se permite también algunas consideraciones sobre el rol de la cultura y la escolarización: "La cultura nos hace aprender a ceder -sostiene-. Pero esencialmente, uno no quiere compartir. Tolerar o coexistir con una frustración es quizá la parte más importante y difícil de cualquier aprendizaje".

"La cultura nos enseña a frustrarnos. Toda elección implica una pérdida, que es lo que uno no tiene o lo que dejó de tener. Recuedo que cuando me regalaron la primera pelota la agarré y me la llevé a mi pieza. Tuvo que venir mi papá a explicarme que era para jugar con los otros. Para mí eso fue una gran frustración, de la misma manera que cuando nació mi hermana tuve que aprender a compartir a mis padres", ejemplifica.

"La educación no es solamente incorporar conocimientos de matemática o geografía sino aprender a vivir en sociedad. Por sobre la valoración de quien corre más rápido o salta más alto se impone necesariamente los atributos del mejor compañero, del que aprende y tolera las diferencias con los otros y es capaz de aprender a frustrarse", indica Paenza.

El conductor de los ciclos televisivos "Alterados por Pi" y "Científicos Industria Argentina" analiza también la revolución que significará el proyecto de la empresa Google de digitalizar todos los libros que se escribieron en la historia de la humanidad y augura un futuro promisorio para la investigación.

"Los límites entre las distintas ciencias empiezan a ser cada vez menos perceptibles, son borrosos. Ahora lo que hace falta es que aparezcan personas que produzcan vasos comunicantes entre las distintas áreas. Este es un desafío crucial para la sociedad: tenemos que aprender a decodificar y mirar la inmensa cantidad de mensajes que nos atraviesan", concluye Paenza.

Fuente: Télam

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