El libro que nos ocupa está estructurado a partir de las distintas voces que alimentan el mito: la de Medea, en primer lugar, pero también la de Jasón, capitán del Argo y esposo de la misma Medea. Ella lo ayudó a llevarse el Vellocino de Oro y le dio dos hijos. Antes Medea asesinó a su propio hermano con el fin de despejarle el camino al poder a su marido. Podríamos decir que Medea se enamoró locamente de Jasón. O que el amor de Medea por Jasón está más cerca de la pulsión de muerte que de cualquier otra cosa. Pero no son las únicas voces que se escuchan en el texto de Wolf. También se hacen visibles las palabras de Agameda, que alguna vez fue discípula de Medea; de Agamante, primer astrónomo del rey Creonte; de Leucón, segundo astrónomo del rey Creonte, y de Glauce, hija del rey Creonte. En el entramado de discursos que confluyen en "Medea" no podían faltar otras voces que resultan sustanciales para entender la conducta de la protagonista. La obra de Christa Wolf cabalga de manera admirable entre la novela y el ensayo.
Fuente: Télam