Catamarca
Viernes 29 de Marzo de 2024
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Medea: la verdadera mujer

¿Cuáles son las historias que la literatura se empeña en narrar? Para mí son aquellos relatos que escapan a los razonamientos lógicos. O mejor: son las historias que no dejan de producir sentidos, como es el caso de Medea. Porque Medea es mucho más que un personaje. Es un tejido de voces, una organización de planos superpuestos, un modo del discurso, un espacio abierto en el que se inscribe algo de la subjetividad humana.
Medea, el libro de Christa Wolf que acaba de publicar El Cuenco de Plata, da cuenta de todo lo que gira en torno de esta mujer a la que Lacan no dudó en calificar como "la verdadera mujer". ¿Por qué el psicoanalista francés habrá pensado en ella de ese modo? Medea asesina a sus hijos para vengarse de Jasón, que ha elegido a otra esposa, mucho más joven que ella, con el único fin de estar más cerca del poderoso Creonte. Tiene razón Christa Wolf, la autora polaca que recibió premios tan importantes como el Georg Bûchner o el Schiller Memorial, cuando afirma: "De todas las mujeres siniestras, seductoras y transgresoras que alimentan el imaginario occidental, ninguna goza de una reputación más espeluznante que Medea". ¿Para Lacan la verdadera mujer será aquella que nada tiene que ver con la maternidad?

El libro que nos ocupa está estructurado a partir de las distintas voces que alimentan el mito: la de Medea, en primer lugar, pero también la de Jasón, capitán del Argo y esposo de la misma Medea. Ella lo ayudó a llevarse el Vellocino de Oro y le dio dos hijos. Antes Medea asesinó a su propio hermano con el fin de despejarle el camino al poder a su marido. Podríamos decir que Medea se enamoró locamente de Jasón. O que el amor de Medea por Jasón está más cerca de la pulsión de muerte que de cualquier otra cosa. Pero no son las únicas voces que se escuchan en el texto de Wolf. También se hacen visibles las palabras de Agameda, que alguna vez fue discípula de Medea; de Agamante, primer astrónomo del rey Creonte; de Leucón, segundo astrónomo del rey Creonte, y de Glauce, hija del rey Creonte. En el entramado de discursos que confluyen en "Medea" no podían faltar otras voces que resultan sustanciales para entender la conducta de la protagonista. La obra de Christa Wolf cabalga de manera admirable entre la novela y el ensayo.


Fuente: Télam

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