De ahí que la cuestión sea comprender si "estas relaciones tienen el mismo sentido que las relación sociales simbolizadas. Un campo nuevo de observación que me parece esencial estudiar", enfatiza este intelectual francés autor de "Los no lugares: Espacios de anonimato", "El viajero subterráneo: un etnólogo en el metro", entre otros textos.
El afloramiento de las nuevas tecnologías y redes sociales, el acceso veloz a la información y el cambio que se traduce con estos nuevos modos y formatos, no significarían para el francés una sabiduría más generalizada entre los hombres.
"Si tomamos los medios de comunicación como medios, la dificultad empezará cuando éstos definiesen un mundo aparte, que no es verdad, es ilusorio. Hay riesgo de confundir los medios con los fines, razón por la cual tenemos que reflexionar. El conocimiento va a crecer a través de la ciencia; las tecnologías están ligadas a la ciencia pero no lo son, sí consecuencias prácticas", explica.
Un síntoma emergente de la complejidad de la sociedad contemporánea según el antropólogo es la desigualdad. "¿Cuál es su futuro? Por un lado, la vida de un campesino afgano y por otro, el hijo de un profesor de Bagdad: nada en común, sólo ser humanos. El gran desafío de nuestra época es la desigualdad profunda; parece más escandaloso cuando tenemos conciencia a través de los medios de comunicación...", considera.
Este tipo de reflexiones no convierten a Augé en un pesimista, lo contrario "por temperamento soy optimista, pero no sé cuáles son las razones. Ni el pesimismo ni el optimismo tienen sentido respecto al futuro de la humanidad...", desliza.
"Para los individuos todo es utópico. La historia del hombre es dura, sabemos que vamos a morir y no qué va a pasar después. Pero la historia, incluso cuando acelera, tiene su propio ritmo, ese ritmo tiene un infinito. En ese sentido, pienso que el desafío son las promesas de reflexiones de los derechos humanos que espero se realicen aunque no sé cuándo".
Augé piensa que "la disciplina ha cambiado mucho a lo largo de su historia. Primero trabajaba sobre pequeños grupos aislados, desde el punto de vista occidental. La evolución es enorme: la población de China es equivalente a la de todo el mundo a comienzos del siglo XX. El cambio de escala hace que en cualquier parte debamos tener en cuenta el contexto planetario de la observación".
Desde esta idea, Augé demostró su maestría intelectual durante una conferencia realizada anoche en el Centro Cultural Borges, que lo tuvo como invitado de honor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, donde con un español afrancesado atravesó conceptos claves de su obra y de la antropología en tiempos modernos.
Presentada por el intelectual francés Marc Abeles, la conferencia de Augé ("El antropólogo en el espacio social actual")recorrió cuestiones propias de análisis de la sociedad contemporánea. Su ponencia estuvo centrada en seis conceptos: la comunicación, la ficción, el lugar y no lugar, las fronteras y la arquitectura.
A raíz de estas categorías, el antropólogo desglosó otras reflexiones, como la de identidad digital, algo esencial para analizar dado que "las comunidades virtuales y las redes sociales forman parte de las relaciones sociales y el contexto".
En ese marco habló sobre los problemas que esto atrae: "se puede cambiar de identidad, reaparecer en diferentes sitios con un nombre nuevo, una nueva máscara. Desde nuestra mirada la identidad individual se construye siempre en negociación".
Sin embargo, "en la identidad digital la cuestión antropológica es diferente: saber si el mundo cibernético se añade o se sustituye al mundo de las relaciones frente a frente. El riesgo no es existir bajo la máscara de una identidad ficticia sino en el confort de un mundo cibernético cerrado sobre sí mismo, abiertos a otros que a su vez están enmascarados", señaló.
"Entramos en la pantalla, del otro lado del espejo y podemos sentirnos actores. Actores de qué, de nuestra vida, con nuestras opiniones? O actores de teatro improvisando un rol bajo la cobertura de una identidad prestada?", cuestionó.
Y resumió: "El doble olvido de nosotros y uno mismo hace correr el riesgo de matar al mismo tiempo la relación y la identidad. Esto podría ser llamado la dialéctica de la máscara y la persona, una cuestión que desemboca en una forma de esquizofrenia de la cual no es fácil desembarazarse".
También se refirió a la sociedad de consumo, la imposición de lo deseable y por lo tanto "comprable"; el pasaje de la imaginación a la imagen; los cambios sensitivos y de percepción que trae aparejado la tecnología. Y destacó su concepto de mundo-ciudad y ciudad-mundo- al que vinculó con su célebre categoría de lugar y no lugar- y su relación con las fronteras y también con el tiempo.
En un itinerario de conceptos que desembocaron unos de otros, Augé remarcó la tensión entre identidad y anonimato ("Si el hombre es el primer símbolo de la identidad, el anonimato es la experiencia más acabada del anonimato"), para finalmente analizar la categoría de democracia, sus desafíos y funciones.
Fuente: Télam
