Aquellos tempranos contactos literarios anteriores se sumaron a amistades sobrevinientes, puesto que en la época de El escarabajo de oro lo tratamos a menudo. Fui, efectivamente, cuando joven, regular visitante de su departamento de la calle Rivadavia, en Once, a veces acompañando a los amigos de la revista, en más de una ocasión solo. Era un placer tratar a esa persona fina, solícita, elegante en su sabiduría, sensible, campechana y muy cordial. Todo ello nos llevó a pedirle, con Vicente Battista y Edgardo Trilnick, cuando fundamos una nueva revista de ficción y pensamiento crítico, que nos autorizara el uso del nombre de su magnífica novela, Adán Buenosayres, para titularla. Modesto, o en la época algo cansado de hacerse de enemigos, delicadamente declinó el ofrecimiento.
Nació entonces, por homofonía o semejanza, aquella Nuevos Aires que sacamos y mantuvimos con un grupo de buenos amigos durante cuatro aciagos años (entre el 70 y el 74), y en su primer número hubo una generosa nota de don Leopoldo, muy de actualidad en aquel momento (y, para los que tengan algo presente la historia del país, por siempre), llamada "El poeta depuesto". Lamentablemente, muy poco tiempo después debió aparecer otra nota, en el nº 2 de Nuevos Aires (set. oct. nov. 1970), deplorando su fallecimiento, escrita a cuatro manos con Vicente, con quien Marechal había mantenido interminables e inútiles polémicas sobre la mejor manera de hacer una pasta con salsas sicilianas o napolitanas o calabresas.
Vale la pena reproducir algunas líneas de dicha nota: "Mucha gente se preguntó el por qué de tanta ausencia en el velatorio de la SADE. Pero lo que para unos fue pregunta no hubiera sido sorpresa para Leopoldo Marechal. Estaba acostumbrado a ciertas espaldas. Alguna vez había elegido el destierro en medio de su patria: "Elbia y yo tomamos una decisión tan heroica como alegre; encerrarnos en nuestra casa y practicar un «robinsonismo» amoroso, literario y metafísico". Por esa determinación muchos lo creyeron muerto o viviendo en Europa. El exilio, motivado por su peronismo, lo sufría en Buenos Aires, en Rivadavia al 2300, más exactamente".
Fuente: Télam