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Viernes 29 de Marzo de 2024
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TUCUMÁN

Miles de fieles recordarán hoy al Santo de las causas justas

Muchos tucumanos se encomiendan a San Expedito, cuya fiesta anual es el 19 de abril. Una familia de Floresta contó cómo cambió su vida luego de que el Santo los ayudara. “Los médicos decían ‘es un milagro’”.
(DIARIOC, 19/04/2011)“De esta noche no creo que pase”. La frase del médico atravesó los corazones de Natalia y de Cintia, las dos únicas hijas de Rosa Argañaraz, que de inmediato rompieron en llanto. Lino Daniel Santucho, el marido, en cambio, se mantuvo entero, con la mirada fija. “Se va a salvar”, “Se va a salvar”, repitió para sus adentros, hasta que sus pensamientos se convirtieron en palabras. Faltaban tres días para la fiesta anual de San Expedito.

Con su mujer recién operada de un tumor maligno en el cerebro, Daniel se fue a la parroquia del Corazón de María, rezó ante San Expedito. También compró la imagen del Santo más grande que encontró y otra de la Virgen del Valle. Aquel 19 de abril de 2008 se las ingenió para que la procesión que salía desde la parroquia de San Pío X, en el barrio Floresta, donde vivían, pasara por frente de su casa. Ningún vecino olvida aquella imagen: arrodillado en plena calle, abrazado a las dos imágenes - una de cada lado - lloraba a los gritos mirando hacia donde debía de estar su esposa (y no internada en un sanatorio). Era un día como hoy, en que se recuerda la fiesta anual de San Expedito, el Santo abogado de las causas justas y urgentes, protector de los militares, estudiantes, jóvenes y viajeros. Sin poder contener las lágrimas, Natalia recuerda que su padre llevó la imagen al sanatorio donde estaba internada su madre. Hubo una discusión porque no le permitían ponerla en terapia intensiva. Rezongando, accedieron a que la dejara en la puerta. Y así lo hizo, pero cuando menos se dieron cuenta, el rincón se había convertido en un santuario, con familiares que se santigüaban y dejaban estampitas. “A final, la sacaron. Mi papá se la entregó en préstamo a una familia que ni conocíamos pero que tenía una paciente en una habitación. Prometió devolver la imagen apenas mi madre saliera de la terapia, algo que los médicos no garantizaban, pero que mi papá creía con todo su corazón”, relata.

A dos días de recibir la extremaunción, Rosa comenzó a respirar por sí misma, y no necesitó que le hicieran la traqueotomia que ya estaba programada. A partir de entonces la mejora fue total. “Los médicos nos decían: no puede ser, ¡es un milagro! Nadie encontraba una explicación. Tanto el oncólogo como el neurólogo nos advertían: ‘no sabemos qué secuelas pueden quedar: hay que tener en cuenta que se tocó el cerebro. Puede quedar con daño neurológico severo para caminar o para hablar ...’ Nada de eso. Mi madre comenzó a moverse, se levantó de la cama y hasta habló como si nada.A los pocos meses, ya ni siquiera le hacía falta seguir con la quimioterapia”, cuenta Natalia al lado de su madre, siempre sonriente.

Pero un año y siete meses después, cuando nadie lo sospechaba, Daniel, que era Sanísimo, cayó escaleras abajo en el banco. Un paro cardíaco fulminante no dio tiempo a nada. “Vaya a saber qué acuerdo habría tenido mi papá con Dios”, sugirió Natalia, y luego rompió en llanto.

Fuente: lagaceta.com.ar

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