El Altar
La antigua tradición liga el altar a la figura del Obispo, imagen sacramental del Sumo Sacerdocio de Cristo. El es quien lo unge con el Santo Crisma, signo del Espíritu que se derrama sobre el Altar como el Espíritu se derramó sobre Cristo en el Bautismo, significando que el Altar por el Crisma es a su modo presencia de Cristo y centro de la comunión en la Diócesis.
Del mismo modo que el Sacerdocio de los Presbíteros lo es en comunión con el Sacerdocio pleno del Obispo, los altares de los diversos templos de la Diócesis lo son en referencia al Altar de la Cátedra (Catedral), la Sede del Obispo.
Litúrgicamente el Altar de la Catedral es el centro del culto de la Diócesis. Monseñor Elmer Osmar Miani, hace diez años, durante la Celebración del Centenario de la Coronación Pontificia de la Sagrada Imagen de Nuestra Señora del Valle, mandó construir y consagró el actual Altar de nuestra Catedral Basílica.
En un templo puede faltar todo menos el altar. Y ninguno de los utensilios ni ornatos debe distraer la atención sobre el Altar al que siempre lo encontrará destacado sobria o espléndidamente, según las ocasiones pero siempre majestuosamente central.
Todas las religiones conocidas tienen especial cuidado en el tratamiento del lugar donde se realizan los actos de culto, desde los más sencillos hasta los más fastuosos Santuarios, sean domésticos o públicos, destacándose el lugar de la “acción sagrada” o Sacrificio, sean éstos cruentos, incruentos o humanos.