En su homilía, partiendo de la afirmación que Jesús es la luz del mundo, Mons. Miani hizo referencia al llamado a iluminar hoy, y “podríamos pensar en la necesidad de la intensidad de esa luz en un proceso diocesano bien concreto, que todavía está viviendo su Centenario. Quizás nos podríamos preguntar en este momento qué luces han aparecido o dónde hay que encender luces dentro del esquema de nuestro Centenario”.
Asimismo, reflexiónó: “Hoy, ante esta exigencia de Jesús, se produce un llamado muy significativo para todos nosotros. Me parece que no deberíamos quedarnos tan tranquilamente reconociendo que hemos celebrado los 100 años como si no hubiese espacios donde fuese necesario iluminar, donde sea necesario que lleguen los discípulos misioneros. Y aún aquellos que creemos que estamos encendidos en el espíritu quizás debiéramos preguntarnos si a veces no nos tiramos debajo de la cama para que nuestra luz no aparezca”.
Por último, pidió “que Jesús, Luz del mundo, ponga su luz en nuestros corazones, en nuestras vidas, en nuestros trabajos, y que El con su misericordia encienda todas las lámparas que hagan falta en este universo nuevo de una Iglesia que ya ha comenzado a recorrer su segundo centenario, pero donde deberá mostrar cada vez más el misterio de la salvación que Jesús nos trae. Hagamos esto en unión con María, la Madre de Jesús, la dulce Madre del Valle, que ama a cada uno como a hijo, y que quiere que cada hijo se comporte en su familia como un verdadero hermano de Jesús”.