Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Nietzsche no solo descubre sino que cede conceptos

En !Cuidado con la música!, el psicoanalista y escritor Nicolás Cerruti ensaya una hipótesis sobre las estructuras elementales de la musicalidad en su práctica, fundando el estudio en la filosofía del alemán Friedrich Nietzsche, menos en sus libros dedicados a ese arte que a la sonoridad, al tono y la textura de los conceptos.
El libro, publicado por la editorial Letra Viva, inaugura una nueva colección, música y psicoanálisis, y lleva por subtítulo La filosofía de Nietzsche como música.

Cerruti es psicólogo,graduado en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), supervisor y formador en el hospital José Tiburcio Borda. Entre otros libros, publicó Hablemos de angustias, Literatura y psicoanálisis y La voz en off.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : Contame cómo se te ocurrió esta colección, y qué cuestiones en común podrían anudar la música al psicoanálisis. Y qué otros libros planeás publicar.
C : La colección surge casi como una ramificación al ir profundizando sobre la literatura y el psicoanálisis. Claro que el planteo no se fue armando sobre cualquier cosa -pues la diversidad es muy motivante (y casi agotadora también)-, sino en todo lo que se acerca a lo real. La literatura tiene ese orejear con el vacío (como el genial libro de José Ioskyn, Literatura y Vacío lo demuestra), con la ficción, con la verdad, y con muchos otros conceptos que surgen en una interrogación permanente. Pero encontré las respuestas de las preguntas que no me supe hacer con los poetas. Son ellos los que atraviesan el lenguaje y rompiendo el tiempo, el sentido, el logos, realizan algo suficientemente vital como para poder hacer en esta dirección: seguir viviendo sin el Otro. Las consecuencias de ello no me dejan indiferente. Decir que Dios ha muerto, y cortar allí la frase, es casi un modo de preservar al Otro. Pero seguir, como Nietzsche lo hizo, porque los hombres lo han matado es intentar algo con sus consecuencias. Eso, ciertamente, es un hacer del poeta. Y un hacer de poeta que tiene su actualidad… tanto como su urgencia. Si nos situamos en la música, lo sonoro, aquello donde el lenguaje se abre, allí nos encontramos con una de las creaciones más originales de Lacan, lo que este ha instaurado con su no-concepto: lalengua. Allí nos dirigimos porque eso tiene sus implicancias en el cuerpo, en el goce, en el sinthome, en aquello que nos acerca al hacer de cada quien con lo que se satisface y con lo que sufre, y no ya con el saber. Los psicoanalistas de orientación lacaniana no desoyen este sesgo, y es por eso que empezar a generar una colección que nos permita su apertura era inminente. Por eso, ya desde la colección de Literatura ∞ Psicoanálisis, me encontré con la dificultad de ir articulando lo que ya los poetas, los músicos, etcétera, vienen proponiendo. El campo está abriéndose… o como lo dijera Pizarnik: el poema se abre. Pienso proyectar una compilación con los principales especialistas del psicoanálisis que vienen trabajando sobre el tema. Ese libro tal vez sea una fuente de consulta, tal vez del problema.

T : En cualquier caso, ¿por qué arrancar por Nietzsche, más allá de que su primer gran libro haya estado dedicado a pensar la música?
C : Nietzsche es inseparable de la música, su filosofía también. Pero no siempre es lo mismo, su gusto cambió, y gracias a eso es que logró en su momento hacer su filosofía como música. Una cosa es escribir sobre música, sobre la problemática de la música, sobre la música como concepto, y otro es hacer música, que es lo que hizo Nietzsche cuando llevó su filosofía al canto, a su modo lírico de decir los conceptos. Sin esto, nuevamente, se estaría priorizando el pensamiento, los ideales a la vez que las abstracciones. Una y otra vez argumentar a favor de un Otro. Romper con el mismo no es tan soportable como se supondría, pero la fuerza de Nietzsche en su Zaratustra es clarísima. La capacidad creativa del hombre puede ser algo muy odioso, y seguramente tendremos listas nuestras defensas para censurarla. Nietzsche ha ido mucho más lejos que la gran parte de nuestros contemporáneos. Empezar por Nietzsche es también un modo singular de responsabilizarme de un síntoma, de una enfermedad. Nietzsche cambia, te cambia, me ha cambiado. No he podido aún sacármelo de encima. Creo, en ese sentido, que Freud y Lacan responden con silencio en ese mismo punto.

T : ¿Qué descubre Nietzsche en la música que pueda pensarse, elaboraciones mediante, por el psicoanálisis?
C : Nietzsche descubre que no hay ser, que toda es una gran ficción, que los hombres vivimos presas de fantasmas y construimos nuestras novelas para preservarnos, para insistir en una guía y un manual para la vida, en una moral. Pero la vida no tiene manual. El único ser que tolera Nietzsche es el ser en tanto creativo, en tanto instinto creativo (algo muy poco yoico por cierto). Nietzsche no descubre solamente, sino que da, cede conceptos para aquellos que quieran hacer con estos lo que les alcance el pellejo. Así lo entendió Foucault, así lo hizo Freud con el ello, con muchas de sus concepciones de repetición, etcétera. Nietzsche habla de sujeto, de inconsciente, habla de no valorar solo al yo. Eso produce una apertura de la que la música (así como todo arte) nos propone su expresión. Descubre que con la música se acabaron las jerarquías, que no hay una música mejor que otra. Eso es algo que el psicoanálisis enseña, desde ya, en el respeto del caso por caso, de lo singular, de no situar a nadie en el déficit.

T : La clásica división entre apolíneo y dionisíaco, ¿tiene alguna traducción psicoanalítica que no sea la del magma pulsional o la tributaria de Lévi-Strauss: la vibración de los significantes?
C : Creo que uno de los descubrimientos de Nietzsche es lo poco que se tuvo en cuenta el argumento dionisíaco en occidente. Aunque uno vaya con el otro, siempre la prioridad fue la visión apolínea de las cosas. Desde ya lo dionisíaco nos situaría en un cuerpo, en la embriaguez del cuerpo, en lo pulsional, en lo sin medida, en la locura… todas cosas a las que les tenemos el mismo miedo que Apolo… todo lo que se sale de la norma.

T : ¿Cómo pensar la idea de odio a la música (Pascal Quignard) por fuera de la tradición grecolatina?
C : Qué libro excelente el de Quignard, qué buen uso de la escansión, del decir. La música con la que se ha encontrado Quignard sin embargo ya no es sólo la de la tradición grecolatina. Ahí tenemos un costado (nuestra música actual principalmente), que no responde a sus criterios. Como a mí me gusta decir, lo que los negros han llevado a la música es algo que no estaba en aquella tradición. Digo en el libro que la música del siglo XX es aquella que se propuso tal vez no ser música, y responder con su obra (según el planteo de Diego Fischerman). Siempre hubo este decir, esto no es música, cada vez que algo nuevo sonaba. Todavía nos queda mucho por experimentar… muchos criterios que romper. ¿Y si estamos con la música como Heidegger propone como la fuente originaria de la poesía: el recuerdo de lo que ha de pensarse? Aún no pensamos… aún.

T : Finalmente, ¿cómo relacionar la escucha analítica con la escucha musical? ¿Eso es posible? Si lo fuera, ¿cómo?
- C : La escucha analítica no es sin la escucha musical, al menos desde el planteo de Lacan. Si la sonoridad es parte de las palabras, si la forma, el tono, el modo en que cada quien pronuncia las palabras, hacen que aquellas digan más de lo que se quiere decir, desde siempre eso estuvo implicado en el psicoanálisis como una elaboración musical. Freud no dejó de escuchar esas palabras que se apartaban de la oración, de la coherencia de lo que se venía diciendo… no dejó de perseguir la sonoridad en cada cosa dicha, y eso es una escucha musical. No se escucha, en el psicoanálisis, desde el sentido, o desde la creencia que una palabra es lo que significa… una palabra puede ser usada para significar cualquier cosa; el teatro lo demuestra, basta con poner un actor a pronunciar la palabra sí, y tal vez haga que ese sí tenga 40 sentidos distintos. El psicoanálisis en su escucha no se distingue de la escucha de la música, menos si ahí se produce un sujeto. El resto, el resto está mucho mejor dicho en el libro.

Fuente: Télam

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