Durante su homilía, Mons. Urbanc hizo un paralelo de la viña a la que hace referencia el pasaje del Evangelio leído en la celebración, indicando que cada niño es una pequeña viña que los padres deben cuidar, porque después el Señor vendará a recoger los frutos.
El P. Santiago Granillo, a cargo de la Pastoral de la Niñez en la diócesis local, destacó que estas ceremonias se viven en un clima de mucha alegría y cercanía, y “aglutinan a la familia, ya que los pequeños vienen acompañados por sus padres, padrinos, abuelos y otros familiares”, agregando que “el hecho de que los chicos vengan vestidos de príncipes y princesas es para resaltar su dignidad de hijos de Dios”.