Catamarca
Viernes 29 de Marzo de 2024
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No puedo escribir si me aburro

En Los catorce cuadernos, el escritor y guionista Juan Sklar compone los días y las noches de un grupo que ha decidido alquilar una casa en el Tigre para pasar o soportar el verano, corriendo el riesgo de los malentendidos y de las coincidencias insólitas que pueden trastocar cualquier cálculo de convivencia.
El libro, publicado por la editorial rosarina Beatriz Viterbo, descubre a un narrador poderoso, que articula en su primer novela los avatares de una iniciación a la vida erótica y social (si es que son distintas).

Sklar nació en Buenos Aires en 1983. Es guionista y docente. Dirige El cuaderno azul, un taller para dejar de ponerse excusas y largarse a escribir.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : Dejar de poner excusas y largarse a escribir. ¿Cómo funciona esa suerte de método?
S: Escribir es una amenaza para la conciencia. Escribimos empujados por el miedo, el deseo incumplido, la culpa, la vergüenza, el resentimiento. Todo lo que aprendimos a ocultar para poder vivir con otros humanos. No es fácil desactivar las barreras de la conciencia que evitan que seamos desagradables. Las excusas evitan que se manifieste lo oscuro, lo idiota y lo deforme. Pero el arte es oscuro, idiota y deforme. Dejar de poner excusas es aceptar eso y dejarlo salir. El resto es técnica.

T : El cuaderno azul recuerda a los cuadernos azul y marrón de Ludwig Wittgenstein. ¿Algo que decir al respecto?
S : El Tractatus de Wittgenstein termina diciendo Sobre lo que no se puede hablar, mejor callar. No hay que callar. Hay que narrar, cantar, actuar. Es eso, o volvernos locos.

T : La idea de la isla, de un grupo en la isla (o en una casa), medio aislados, esa forma, ¿creés que en algún momento estalla, más allá de las diferencias normales, simplemente porque las personas no parecen estar diseñadas muy bien para la convivencia?
S : Los seres humanos no están diseñados para vivir en soledad, ni tampoco para la convivencia. Ahí está todo el problema. Tarde o temprano todo estalla, en conflicto o en derrota.

T : ¿Por qué razón cualquier grupo impone un cambio de la moral personal?
S : El grupo da amor a cambio de coerción. La inmoralidad da satisfacción a cambio de soledad. Llevadas al extremo, las dos opciones son intolerables. Uno trata de navegar por el medio lo mejor que puede.

T : El ritmo de la novela no decae nunca ¿Cómo trabajaste ese ritmo?
S : No puedo escribir si me aburro. No puedo corregir si me aburro. La novela tiene ritmo porque yo necesito ritmo para seguir haciendo algo que nadie me obliga a hacer y que, en el fondo, nadie necesita que exista más que yo.

T : El derrumbe del protagonista (ni escribe, ni ama, se equivoca, se harta de sí), al final, reconocido, creo que lo sitúa en otro lugar. Las cosas cambian. ¿En qué lugar?
S : Al final de la novela, el protagonista empieza a poder vivir su derrota. Ya no sabe cómo es el mundo, ni qué quiere, ni cómo conseguirlo. Así se empieza a ser una persona, aceptando que no entendés nada.

Fuente: Télam

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