Una fauna de personajes solía frecuentar el hogar de la niñez de Singer en la Varsovia de la inminente I Guerra Mundial, para pedir el arbitraje del rabino de la comunidad, su padre.
"El ghetto no sólo era refugio para una minoría perseguida, sino un experimento de paz; yo crecí entre esa gente y la casa de mi padre no sólo era además una corte de justicia, sino también una casa de estudio, una casa de oración y de relatos de historias y un lugar donde se realizaban bodas y banquetes jasídicos", relataría el autor sobre aquel hábitat donde transcurrió su infancia.
Las pasiones desatadas en esa peculiar "corte" paterna que operaba como una puesta en escena de los dramas y las tensiones morales de la comunidad que el pequeño Isaac espiaba asiduamente tras la vara ética de su padre en su casa de la calle Krochmalna -un sector pobre y marginal de la judería varsoviana-, componen estos relatos breves y despojados. (Télam)