"En el caso de las trampas, trabajamos a partir de elementos que intervienen en la comunicación química de las vinchucas. Así identificamos algunos compuestos que atraen al insecto", dijo a Télam Eduardo Serva, doctor en Química y director del Centro de Investigaciones de Plagas e Insecticidas (CIPEIN).
Estas trampas, así como también los potes fumígenos, fueron probados recientemente en Añatuya, un pueblo ubicado a unos 200 kilómetros de la ciudad de Santiago del Estero, en una de las provincias más afectadas por la enfermedad de Chagas. (Télam)