La Santa Misa fue presidida por el Nuncio Apostólico en la Argentina, Mons. Adriano Bernardini, y concelebrada por el Obispo de Catamarca, Mons. Luis Urbanc; el Obispo Emérito, Mons. Elmer Osmar Miani; el Vicario General de la Diócesis, Pbro. Julio Quiroga del Pino, el Rector del Santuario y Catedral Basílica, Pbro. José Antonio Díaz, y sacerdotes del clero catamarqueño.
Estuvieron presentes el Intendente de San Fernando del Valle de Catamarca, Dr. Ricardo Gaspar Guzmán; la Presidenta Provisoria del Senado, Lic. Marta Grimaux de Blanco, el Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología, Lic. Mario Perna, entre otras autoridades.
En el inicio de su homilía, el Embajador del Santo Padre en nuestro país destacó la celebración del Centenario de la Diócesis de Catamarca, indicando que se trata de una “circunstancia importante, ante todo, para dar gracias al Señor por todo lo que nos ha dado durante estos cien años, y luego reemprender el camino con nuevos propósitos”.
“La historia de una comunidad, como la vida del hombre, está construida sobre el pasado y con tantos ‘recomenzar’. Y el ser humano alcanza la meta y se realiza humana y espiritualmente y ‘hace la verdadera historia’, si sabe perseverar en el difícil ‘cotidiano’, recomenzando cada día, y, sobre todo, en las etapas más importantes de la propia vida. Es ésta una reflexión muy importante sobre todo para quien se encuentra ahora en el comienzo de la historia de su propia vida. No debemos olvidar cuánto ya ha sido construido y, al mismo tiempo, continuar la construcción. Y en este caso, se trata de la querida y gloriosa Iglesia que peregrina en Catamarca”, expresó Mons. Bernardini.
La Virgen que camina rápidamente
Al referirse a María comentó: “Me agrada imaginar a María como la representa el Evangelista Lucas: ‘María se puso en camino hacia la región montañosa y llega a prisa a una ciudad…’ (Lc. 1,39). Se trata de la visita a la prima Isabel. Esta imagen de la Virgen que camina rápidamente por un camino inaccesible, me ha fascinado siempre. Esos pasos expresan conocimiento, decisión, coraje, alegría del anuncio. Aquí está la representación plástica del misionero… del alma colmada del Amor de Dios y deseosa de derramarlo sobre los otros”.
“¡El espíritu misionero del Apóstol! Esta es la característica fundamental de todo mensajero de la Palabra, dispensador de la gracia del Señor. No existe un auténtico Apóstol si no posee un fuerte espíritu misionero unido a un constante ejercicio de oración. Una invitación a no ordenar candidatos sin este espíritu misionero unido a una vida de oración y capaces de dedicar a esta última, por lo menos, tantas horas cuantas dedican a la televisión. Lo mismo dígase sobre todo de los formadores que se destinan a los Seminarios”, manifestó el Embajador del Papa.
“La fe no es otra cosa que esto: ¡saber que El sabe! Por lo tanto, el sacerdocio común de los fieles y el ministerial en particular y la misión de la Iglesia en general, o es una aventura de fe o bien es nada. El exigir precitaciones, aclaraciones, equivale a una pretensión de seguridad, lo que se opone a una verdadera actitud de fe. No podemos imponer a las gracias de Dios pasajes obligatorios, itinerarios preestablecidos, vencimientos fijos, conducciones forzadas. Es necesario abandonarse a su dinamismo de libertad y de imprevisibilidad. Y esperar una revelación que es siempre progresiva, fatigosa y sufrida”, enfatizó.
Asimismo, exhortó: “Pongámonos en camino como la Virgen, Nuestra Señora del Buen Viaje, que se ha hecho también Señora del Riesgo, es decir aquélla que ha aceptado el riesgo de sí... Como no existe el Mensajero del Evangelio sin el espíritu misionero sostenido por un constante ejercicio de oración, del mismo modo no se puede hablar de un Apóstol de Cristo no dotado de espíritu de riesgo como consecuencia de un espíritu de fe auténticamente vivida”.
“Es necesario ponerse en camino, también si esto se transforma en riesgo. Y espiar la aurora y tal vez anticiparla, pero jamás hacerse despertar por la aurora. Este es el augurio más significativo al comienzo de un nuevo siglo de la Iglesia que peregrina en Catamarca”, concluyó Mons. Bernardini.
Antes de la bendición final, los presentes compartieron unas imágenes sobre los actos centrales con ocasión del Centenario de la Diócesis, realizados en el mes de agosto.
