Catamarca
Jueves 18 de Abril de 2024
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"Ojos de campo": la ruralidad en la mirada de los chicos

Leticia Pogoriles

Con la intención de registrar la ruralidad en poblados bonaerenses surgió hace ocho años "Ojos de campo" (ODC), una serie de talleres de fotografía destinado a chicos de entre 5 y 15 años que, con cámara en mano, rescatan la identidad de sus pueblos y la vida en parajes y comunidades en la era de la globalización.

ODC es un proyecto ideado por el fotógrafo porteño Diego Arranz, quien hace varios años dicta esta disciplina a adultos. Un día, en una exposición de fotos en San Andrés de Giles, vio los dibujos hechos por niños del lugar y quedó asombrado.

El resto fue sinapsis, se contactó con el área de pueblos y parajes rurales a cargo de José María Yanes y avanzó con la propuesta para enseñar fotografía a los niños, algo que tuvo gran eco en el municipio.
Las primeras clases se dictaron en los poblados de Tuyutí, donde viven 18 habitantes (9 son niños) y en Cucullú, con 1500 residentes.

Le siguieron los pueblos de Solís, con 800; Villa Espil, con 400 personas y Villa Ruiz, donde viven 350, todos bajo el ejido de la ciudad cabecera de Giles, ubicada al noroeste de la provincia de Buenos Aires y a 103 kilómetros de la capital.

"Buscamos que descubran, gracias a las imágenes, una forma de expresarse, de participar socialmente en la vida del poblado, convirtiéndose en ´ojos curiosos de fotoperiodistas´ con el beneficio de que este acto creativo genere una probable salida laboral a futuro", cuenta Arranz a Télam sobre estos talleres a los que hoy acuden más de 60 chicos.

Retratos familiares, silos abandonados a la vera de la ruta, perros buscando la sombra, niños sonriendo en las vías ya muertas, atardeceres campestres, camionetas que levantan polvo, un dechado de naturaleza en verdes, rojos y ocres, cielos rabiosos, casitas venidas a menos, tractores, molinos de antaño y gauchos trabajando, son algunas de las instantáneas de los pequeños.

"Lo que ven los chicos es genial. Al principio no tienen la contaminación visual y los dejamos a su libre albedrío para que compongan, después les pasamos pautas y encontrás con sorpresas. A medida que mostras autores y explicás teoría, se va generando otra carga visual, se va dando la formación artística y se ven resultados conmovedores", dice el tallerista.

Los chicos logran expresar con un lenguaje que combina matices, climas y formas "una realidad que no alcanzamos a percibir, pero que ellos la muestran con sentido estético y con frescura", cuenta Arranz, a lo que Graciela León, docente rural de Giles, suma: "esta obra genera una mejora en su calidad de vida al integrar y redescubrir las realidades en que viven".

Y esa idea de captar la vida en el campo se extendió con rapidez. Las imágenes cruzaron varias veces la General Paz y se expusieron en el Teatro San Martín y en la TV Pública, incluso salieron vía Ezeiza rumbo a Dakota, Estados Unidos, "que tiene una ruralidad muy parecida a la nuestra, con problemáticas similares como alcoholismo y las transformaciones del monocultivo", dice Arranz.

También muchos trabajos se vieron en museos y centros culturales de Mar del Plata, La Plata, Luján y Chivilcoy, ciudades que abrazaron esta propuesta, que apoyan las direcciones municipales de Acción Social y de Turismo, el Consejo Escolar y el gobierno provincial, y que registra las mutaciones del paisaje rural.

"Desde hace diez años que viajo a pueblos rurales para dar talleres de fotografía, y los pueblos no son lo que eran. En ese momento estaban abandonados a su merced, no había trenes, ni hoteles, ni restaurantes. No es como ahora que la gente vuelve a los pueblos, sale a pasear, toman la autopista el fin de semana y van a visitar estos lugares", analiza el docente.

En ese sentido, esta práctica logró que los chicos "sean parte activa de la vida social y cultural del pueblo, y a la vez son embajadores ya que gracias a ODC se puede mostrar a los porteños lo que es un pueblo rural", define Arranz.

Aún así, la urbanidad se cuela sin pedir permiso, para el director de ODC la forma que toma es a través del avance de las nuevas tecnologías y de la automatización del campo. "Cuando los nenes retocan con photoshop ponen títulos o conceptos relacionados con la tele o con las grandes maquinas rurales", explica.

"La urbanidad la ligo con la globalidad. Cuando empecé con los talleres -continúa-, no había ni señal de celular en los pueblos. Eso cambió, ahora los chicos tienen wi-fi en las plazas de los pueblos, tienen sus computadoras y, por ejemplo, en un reciente trabajo tuvieron que imitar imágenes de la obra de Xul Solar y procesarlo con photoshop y lo pudieron hacer gracias a Internet".

La expresión infantil en la fotografía no tiene muchos secretos para impactar.

Para Arranz, lo que sigue conmoviendo es la sencillez: "son fotos sencillas que con poco muestran mucho, no se agarran de conceptos, es un mensaje súper directo. Son imágenes que generan alegría, optimistas, a pesar de mostrar aspectos duros de la ruralidad".
Los chicos de ODC viajaron a enseñar fotografía a las comunidades mapuches en la Patagonia y su futuro plan es ir a Jujuy para otro intercambio.

Quienes deseen colaborar con esta actividad, como así en la donación de materiales pueden comunicarse a través de www.ojosdecampo.com.ar o del facebook ojosdecampo y lo que quieran ver su trabajo pueden acercarse el 7 de noviembre a la VII Fiesta del Hornero en Cucullú (Ruta Nacional 7 km. 98).

Fuente: Télam

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