Mucha de esa emoción queda reflejada en los mensajes al papa que Pallarols recoje para serles entregados junto con el cáliz.
Por ejemplo, fray Antonio Puigjané, escribió: "Hermano Francisco, de corazón, con este cáliz en el cual Juan Carlos me hizo dejar un recuerdo para vos, cuando celebres cada eucaristía te acuerdes de nosotros, los frailes menores capuchinos que quisiéramos parecernos a tu Francisco, el pobre de Asís, pero estamos tan lejos (rezá por nosotros)".
Pallarols recibió a Télam en su casa-taller-museo instalado en el corazón del barrio porteño de San Telmo. Acababa de llegar de La Plata, donde había llevado su cáliz al instituto Terrero, una residencia de la iglesia para ancianas que Bergoglio solía visitar.
Una de ellas, que dio los golpecitos postrada en su cama, lo sorprendió con la revelación de que había recibido un llamado del papa Francisco.
"Sí, fue un ratito después de la asunción como papa. ´Soy yo, Jorge. ¿Cómo estás?´, me saludó", relató la señora.
En una nota colectiva al papa, las mujeres dijeron: "Nuestras manos dieron unos golpecitos en este cáliz, que sirva este gesto nuestro para hacerte saber que, desde lo más hondo de nuestros corazones, sentimos la necesidad imperiosa de compartir su cáliz, de ponernos al hombro con usted su cruz, y se ser cada vez mejores, siguiendo cada vez más de cerca su ejemplo".
La entrevista terminó con el propio cronista y el reportero gráfico manipulando el peculiar martillito de los orfebres, con el mango envuelto en una cinta argentina, otra italiana y otra del Vaticano, golpeteando sobre la cabeza del cincel, sostenido a su vez por la mano del maestro, para dejar también ellos su huella entre miles en el cáliz de Francisco.
Fuente: Télam