Con la tecnología que existe en la actualidad por allí no tomamos en cuenta que cada vez es mas fácil todo, hasta piensan por nosotros, pero que triste idea no tener una concepción mas amplia con respecto a lo que vemos, oímos y hacemos.
Nos dejamos llevar por esta tecnología que nos devora y que nos facilita la vida no digo que sea malo, pero hay algunas cosas que no podemos ni debemos cambiar, es el hábito de la lectura tan olvidado en estos tiempos. El video produce sonidos, proyecta luz, invade la esfera de otras personas pero solo es visible y audible para la persona que lo está utilizando y para nadie más, si queremos hacer uso de ellos necesitamos una serie de mandos: botón de encendido y apagado, regulador de brillo, volumen etc. - etc.
Cabría imaginar un video que estuviese siempre perfectamente ajustado; que empezara a funcionar en cuanto uno lo mirara ; que se parara en cuanto uno dejara de mirarlo; que pudiera avanzar o retroceder de prisa, a saltos con repeticiones, a placer del usuario. Es el aparato de nuestros sueños, un video que pueda contener todas clases de temas, autónomo, manejable, parsimonioso en el consumo de energía, perfectamente privado y sometido en gran medida al control de la voluntad.
No es que lo tendremos algún día sino que ya lo tenemos y desde hace siglos, el ideal descrito es la palabra impresa, “EL LIBRO”, la revista, un objeto ligero, privado manipulable a voluntad. Es imposible leer sin oír las palabras en la mente y sin ver las imágenes que producen y con la ventaja que son sonidos e imágenes propias, no inventadas por otros.
Los medios exigen cada vez menos del usuario por eso a los que les cuesta leer recurrirán siempre a estos productos congelados, seguirán siendo espectadores pasivos.
La palabra impresa por el contrario presenta un mínimo de información. Todo lo demás tiene que ponerlo el lector: La entonación de las palabras, la expresión del rostro, la acción y el escenario deben ser extraídos de símbolos en blanco y negro. El libro es una empresa compartida entre el escritor y el lector, como ninguna otra forma de comunicación puede serlo.
Si usted pertenece a esa pequeña y afortunada minoría para quienes la lectura es fácil y agradable, el libro en cualquiera de sus manifestaciones, le será irremplazable e indestructible, porque exige participación. POR AGRADABLEQUE SEA EL PAPEL DE ESPECTADOR, PARTICIPAR SIEMPRE ES MEJOR.
Saquen eso que dice " queda prohibida su reproducción total o parcial" es un bochorno.